Hubo un silencio en la sala mientras el rostro de la Sra. Hughes cambiaba, sus dedos se volvían blancos de tanto apretar. Sus uñas rompieron la piel, pero parecía no darse cuenta.
Xaviera Evans no parecía tener prisa, simplemente la miraba en silencio. Después de un largo silencio, la Sra. Hughes finalmente tomó una profunda respiración y balbuceó, —Yo… yo te apoyaré, lo que la señorita Evans quiera hacer, ¡lo apoyaré!
Tan pronto como habló, antes de que Xaviera pudiera responder, la Sra. Hughes de repente se levantó. —Lo siento, señorita Evans. Se está haciendo tarde y debo volver. Me buscarán cuando descubran que me he ido.
Se fue apresuradamente, dejando solo a Caleb Mamet y Xaviera en la sala.
La expresión de Caleb se mantuvo suave. Frente a Xaviera, siempre era el caballero gentil y elegante. Pensativamente, le sirvió una taza de café a Xaviera y la miró con afecto. —¿Xaviera obtuvo algo de la conversación?
