"Cerca de su oreja, la voz del hombre se volvió aún más baja y ronca, impregnada de un toque de deseo.
Sintiendo el calor de su cuerpo presionado contra ella cada vez más caliente, el corazón de Joanna también se aceleró.
—¿Realmente no vas a darte la vuelta para mirarme?
Un momento después, Joanna escuchó un suspiro resignado del hombre detrás de ella. —Bueno, si no quieres mirar, no te forzaré.
Al caer sus palabras, el brazo del hombre que rodeaba su cintura se aflojó lentamente.
El aura ardiente y dominante que venía de detrás de ella también se disipó gradualmente.
Luego, al seguir el crujido de la ropa, y unos minutos más tarde, lo escuchó decir:
—Nena, ya puedes darte la vuelta. Ya me he cambiado.
Resulta que él solo había estado cambiándose de ropa.
Joanna le creyó y se dio la vuelta conforme él dijo haber terminado.