Al ver que la gente prestaba atención, David no solo no se sintió avergonzado, sino que también alzó la voz, dirigiéndose a los espectadores:
—Joanna, lamento sinceramente lo ocurrido. Prometo no volverte a fallar. Si no me crees, puedo jurarlo aquí mismo delante de todos.
—Necesito a todos aquí como testigos. Si alguna vez no logro hacer feliz a mi novia, que me caiga un rayo.
Los espectadores detectaron que la pareja estaba discutiendo.
Y, visiblemente, el hombre era el culpable.
Sin embargo, al ver el apuesto aspecto de David y su sincera disculpa, comenzaron a suplicar a Joanna en su nombre:
—Señorita, tu novio parece realmente arrepentido. Es evidente cuánto te aprecia, por favor, perdónalo.
—De hecho, ¿qué pareja no discute? Discutir añade sabor a la relación.
—Joven dama, por favor, perdona a tu novio. Parece que está al borde de las lágrimas.
—Sí, joven dama, tú...
Los espectadores estaban a favor de la reconciliación, cada uno expresando su punto de vista.