Frank Parker apretó sus labios con fuerza, mirando a él sin hacer ningún gesto en su cara.
—¿No tú? —Yannick Luther levantó una ceja—. Si no eres tú, ¿quién más podría ser?
De hecho, Yannick sabía muy bien en su corazón.
¿A quién más podría hacer llorar Rebecca Kelloway, si no a Ashton Heath?
Ciertamente no tenían el poder para hacerlo.
Pero él fingió ser ignorante, actuando como si no supiera nada.
Porque una vez que la verdad se revelara, no sabría cómo consolarla.
Después de todo, todo lo que se necesitaba decir ya se había dicho antes.
Si Rebecca pudiera soportarlo, lo habría hecho hace mucho tiempo.
Si se negaba a escuchar e insistía en darle vueltas, no sería algo que él pudiera persuadirla con unas pocas palabras.
Pero Yannick Luther sintió que no había necesidad de que Rebecca se sintiera así.
En su grupo de amigos, ¿quién no sabía que ella ha gustado de Ashton Heath desde que eran niños?
Sin embargo, todos sabían que el afecto de Rebecca no era correspondido.