—De todas formas, mientras no me encuentres, estoy bien.
Tan pronto como Joanna Lawrence terminó de explicar, sintió que el aire a su alrededor se enfriaba de repente. Era como si la temperatura hubiera caído repentinamente por debajo de cero. Tan frío que se le puso la piel de gallina en los brazos. Y el hombre que la sostenía se había convertido en una unidad de aire acondicionado, emitiendo constantemente aire frío.
Joanna levantó la vista a su rostro cada vez más sombrío, dudó un momento y se puso nerviosa:
—Ashton Heath, tú...
—¿No te importaría si me gustaran otras mujeres? ¿Estás bien? —Sus labios delgados, sexys y guapos formaron una curva fría, y cada palabra que pronunció parecía estar envuelta en hielo, exudando frialdad.
El aire frío golpeó el rostro de Joanna, haciendo que sus poros se contrajeran en su piel. ¿Ashton Heath estaba enfadado? Lo miró durante unos segundos, abrió la boca:
—Yo...