—¿Cómo podía hacerle esto a ella?
No se atrevía a moverse en sus brazos.
—Amor, ¿puedes sentirlo? Estoy tan incómodo ahora mismo. Ayúdame... —su voz se volvía más ronca, exudando un aura sexy e indescriptiblemente seductora. Solo escuchando su voz hacía que el corazón de Joanna temblara.
Su cara ardía como el fuego, y no se atrevía a moverse en sus brazos. Sus ojos estaban rojos de urgencia:
—¿No puedes resolverlo tú mismo?
¿Los hombres no deberían ya saber cómo hacer ese tipo de cosas?
También podría hacerlo él.
¿Por qué tenía que ayudarle ella?
—Esposa —él enterró su cabeza en su cuello y lo frotó suavemente, incluso actuando de forma coqueta—. No quiero resolverlo yo mismo. Ayúdame.
La palabra "esposa" hizo que el corazón de Joanna latiera erráticamente.
*
Al final, Joanna no pudo resistir las repetidas súplicas y el lamentable acto de Ashton Heath, y le ayudó de otra manera.