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Chapter 6 - No puedo

Las semanas pasaron, entre ensayos y salidas, la relación entre Michelle y yo se iba haciendo más profunda. Fuera del auditorio, los únicos que conocían nuestra relación eran mis hermanos. Mis padres sabían que salían con alguien.

En cuanto a la familia de Michelle, sus padres me conocían, pero no sabían lo que había entre nosotros.

Al llegar diciembre ya conocíamos a la perfección las coreografías para la gala de Navidad, por lo que era momento de escoger a quienes interpretarían el dueto.

—¿Estás segura de que no quieres presentar la prueba?— una de las amigas de Michelle preguntaba durante el calentamiento.

—Ni siquiera sé si voy a participar en el resto de la gala.

Todos sabíamos el motivo por el cual no quería salir con los demás al escenario, hacerlo sería anunciarles a sus padres quien era realmente, y ella aún no estaba lista.

—Divirtámonos hasta entonces— dije tomándola de las manos, yendo a nuestros lugares para el primer baile.

La profesora nos miraba a cada uno, para ese momento eran pocas las correcciones que nos hacía, incluso alguien como yo podía ejecutar la coreografía decentemente.

Todos bailamos las primeras dos canciones, los chicos y yo bajamos del escenario para el baile de las chicas, luego cambiamos de lugar. Y finalmente, había llegado la hora de escoger al mejor dueto.

Una a una, las parejas subieron al escenario, todas demostraban su pasión por el baile, aunque muy pocas lograban compaginarse, hacían los pasos a la perfección, pero no transmitían lo que la canción decía.

El último dueto bajo del escenario entre aplausos, la profesora escribía algunas cosas mientras platicábamos.

—Sara, Michelle, suban al escenario.

Todos nos quedamos callados.

—Profesora, yo no voy a participar— explicaba temerosa Michelle.

—Y ya que mi pareja no va a estar, no veo porque quitarle su tiempo— añadí.

—Lo sé— respondió seria, —Aun así, me gustaría ver su avance.

No era la única, todos nos miraban expectantes.

Nos tomamos de la mano, sería imposible convencer a la profesora para no hacerlo, sin más remedio subimos al escenario.

La música comenzó, al principio mis nervios hacían que fallara alguno de los movimientos, al notarlo Michelle me sonrió.

—Solo mírame a mí.

Poco a poco los nervios fueron cediendo, amaba verla bailar, y hacerlo a esta distancia era un privilegio. El auditorio y todo lo demás desapareció, éramos solo nosotras dos.

La música terminó, los aplausos y víctores llenaron el auditorio.

Solo quedaba esperar a que la profesora anunciara al dueto ganador. Todos estábamos sentados en el escenario, cada quien platicando por su lado.

Michelle y yo apostábamos por quienes serian elegidos.

—Lamento que no pudieras participar en la prueba

—Descuida, además, no es como si me gustara ya el ballet.

—Sigo sin entender por qué te cambiaste a este club.

—Quería verte bailar más de cerca.

Enmudeció.

Tome su mano y le di un beso, ambos entrelazamos nuestros dedos, nuestros rostros se acercaron poco a poco.

—¡Miguel!

Su padre estaba al pie del escenario, subió a este y la levanto violentamente.

—Te fui a buscar a las canchas, ¡y te encuentro mariconeando!

La peluca terminó en el piso, la profesora intento calmar al señor, pero este se llevó a Michelle del auditorio.

Ambos adultos discutían, la profesora intentando que el padre de Michelle no se la llevara y este diciendo que la acusaría con el director.

Los seguí.

Llegaron al estacionamiento, el señor metió a su hija a la fuerza a su carro. Los adultos siguieron discutiendo, corrí a la ventana de Michelle.

—¡Michelle!, ¡Te salvaré!, solo dame tiempo...

Ella tenía la mirada baja, lágrimas caían por sus mejillas.

—¿Cómo vas a salvarme, si siquiera has podido salvarte a ti mismo?

El carro arrancó, tanto la profesora como yo los vimos partir con impotencia.

...

No pude verla en los siguientes días, era un milagro que su padre no la hubiera sacado de la escuela. Dejo de asistir a las clases del club, sabía de ella por sus amigas, quienes me habían pedido darle espacio por un tiempo.

A una semana de la presentación de invierno las invitaciones a los padres fueron enviadas, yo ya no quería saber nada de esta.

Le pedí a Caleb que me fuera a recoger temprano, no tenía ganas de estar en el club.

A la hora de la salida esperé a mi hermano en el estacionamiento, vi su carro aparcar, pero en su lugar mi mamá me esperaba.

Condujo un poco antes de hablar.

—Has estado desanimada últimamente.

—No ha habido nada bueno últimamente.

—Uno de tus profesores me entrego la invitación para la gala.

—No te emociones, no voy a participar.

El silencio volvió, mamá condujo a la casa, cuando llegamos apago el motor y dejo el carro fuera de la cochera. No entendía qué pasaba, tome mi mochila dispuesta a salir.

—Necesitamos hablar.

Esa frase, suspire y volví a poner mi mochila en el piso.

Apretaba aún el volante, pocas veces la había visto así, perdida y confundida.

—Siento que necesitas ayuda, pero no sé cómo hacerlo— empezó a hablar, daba la impresión de que había ensayado esta conversación, —Quiero estar en tu vida, pero siento que cuando comienzo a comprenderte te alejas de nuevo.

La observé, en los diecisiete años que tengo conociendo a esta mujer, esta era la primera vez que realmente parecía intentar comunicarse conmigo.

—Está bien, de todos modos no creo que puedas ayudarme.

—¡Pero quiero hacerlo!, y si no puedo, quiero que al menos confíes en mí para desahogarte...

Tenía mi completa atención. Alguna vez soñé con esta plática, no obstante lo sentía un sueño perdido.

—No quiero seguir alejada de ti, Sara, y aunque sigo sin entenderte, quiero que sepas que te amo, tal y como eres.

Nuevamente, esa sensación de algo estallando en mi interior se hacía presente, solo que esta vez fueron lágrimas las que escapaban de mi interior, era extraño.

Sentía mucha impotencia por no poder ayudar a Michelle, sentía esa confusión hacerse más fuerte en mí, y en ese instante, sentía como si una espera por fin llegara a su fin.