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Chapter 9 - Capítulo 8: La misma mierda de siempre

Capítulo 8: La misma mierda de siempre

Domingo 8 de septiembre (Una semana después)

Dos chicas lindas, peleando por la misma persona, mientras él observa sin saber qué hacer.

—Tal vez no lo sepas, pero Alan y yo tenemos una relación muy cercana.

La otra chica se puso a la defensiva, acercó a ella con mucha confianza.

—Elsa, lo único que sé es que ha estado evadiendo tus invitaciones a almorzar y cualquier intento de acercarte a él, ¿qué clase de relación podrían tener?

Alan sale de la habitación en un intento de huir. Y al parecer no lo notan.

—Por fin puedo tener un poco de paz —suspiro

—¿Huira amo?

Su sombra habló.

—No huyo, solo es una retirada estratégica.

""

Camino lejos de aquel lugar.

—Esas humanas, ¿gustan de usted?

Miro hacia su sombra.

—¿Amor? —intento recordar algo —. Creo que mencionaron algo de eso antes, creo.

—¡Oh!

Hubo silencio durante un rato.

—¡Es cierto!, recuerdas a esa chica de la sastrería, termino mi traje. Y me preguntaba si te gustaría que te comprara uno.

Una hermosa mujer salió de su sombra, su cabello es del color negro más puro, usa una venda en sus ojos.

—Alicia Luminastra Forcus, digo Alicia, no esperaba que te mostraras.

Lo observo unos segundos.

—¿Te molesta?

—No, no realmente.

Se estiró como si fuera un gato.

—¡Entonces, está bien! Respecto al traje, a diferencia de los humanos, yo misma puedo crear mi propia ropa.

—¿En serio?, ¿todos los espíritus pueden hacer eso?

—Supongo, no suelo indagar de los de mi propia especie, son muy débiles y muy aburridos.

La miro de reojo.

—¡Oh!

Alan dudaba de esa respuesta.

—Creo que hasta tú mismo podrías matar a uno si está solo. Me dijiste que practicas con la espada desde una temprana edad, ¿no es así?

Ella saltó y comenzó a caminar sobre la acera, evitando las líneas.

—Si desde que tenía 5 años, mis padres me obligaron a entrar, porque mi hermano tenía una resistencia muy baja y alguien tenía que seguir la tradición de la familia.

—Pues los espíritus no entrenan, solo dependen del poder que les es otorgado cuando nacen, sinceramente me parecen repugnantes. Por eso mismo te respeto, amo.

Una cara reconocida se observa desde lejos.—Alicia, deberías de volver.

Dio un paso largo y se paró sobre la sombra de Alan.

—Hábleme si pasa algo amo.

Se escondió en la sombra como si la hubiera absorbido. Alan siguió caminando y la chica se percató de su presencia.

—¡Hola! —lanza un ligero golpe al hombro de Alan —. Cuanto tiempo.

—Disculpa ¿quién eres?—¡Eh! Acaso ya te olvidaste de mí. ¡Qué malo eres!

La mira de pies a cabeza intentando recordar su nombre, siempre se topaba con muchas chicas, aunque solo recuerda unas pocas como a Elsa.

—¿Aún no me recuerdas?, y eso que dijiste que podíamos ser amigos. ¡Qué triste me siento! —finge llanto de manera exagerada.

Él por fin lo recordaba, era aquella chica que le pido su número cuando acompaño a Alberto a la entrevista de trabajo.

"<¿Qué hace ella aquí?>"

—Eres la chica que pidió mi número para invitarme a salir, ¿no es así?

—¡Bingo! Hasta que por fin te acuerdas. Pensé que ya te habías olvidado de mí. Acabo de notar que estás solo ¿Y tu hermano?

Ella miró alrededor de Alan, buscando a su hermano de una manera bastante única, como un mosquito molesto.

—Él está… muerto. Falleció por un accidente en su trabajo… —Su expresión mostraba tristeza.

—Es una pena.

Monologo interno: Realmente es una pena, al parecer ya no podré usar a Alberto como tenía planeado.

—Fue un gusto hablar contigo, Alan, realmente siento lo que pasó con tu hermano. Si necesitas hablar con gusto, te escucharé.

—Agradezco tu oferta, este… perdona, olvidé cómo es que te llamas —se llevó la mano a la cabeza de vergüenza.

—No te preocupes, esta vez no lo olvidaste, simplemente no lo mencioné la otra vez. Mi nombre es Amelia.

—Es un nombre muy hermoso —dijo en voz baja —. Oh, perdona por eso, ja, ja.

Sonrió ligeramente por el comentario que hizo.

—No te preocupes, no pasa nada. Bueno hasta luego.

Se despidió agitando la mano y con una sonrisa en el rostro.

Monólogo interno: Todo va como lo plane y al final en muy poco tiempo estarás comiendo de la palma de mi mano Alan Stellara.

—Por fin en casa, hoy fue un día muy pesado.