Chereads / La trampa del amor enfermizo() / Chapter 4 - Entre Tinieblas y Espanto

Chapter 4 - Entre Tinieblas y Espanto

La tétrica amalgama de luces rojizas y azules de las sirenas policiales penetraba las grietas de las paredes medio derruidas de la casona abandonada. La oscura tarde caía, y las sombras, aliadas del desamparo, acrecentaban el ambiente de desolación que envolvía el antiguo recinto. Con paso resuelto, Taro y Sakura se abrían paso entre el incipiente equipo forense, esquivando escombros y tablas putrefactas que crujían con malévola cadencia bajo sus botas. El majestuoso techo de vigas de madera, ahora en ruinas, gemía ominosamente con cada ráfaga de viento.

Adentrándose en la polvorienta estancia principal, una densa oscuridad los envolvía, apenas rasgada por los débiles rayos anaranjados del atardecer que se filtraban por ventanales medio rotos, cubiertos de telarañas como hilos de la desesperación. El aroma a humedad y moho impregnaba el aire, una sinfonía de decadencia que acompañaba la escalofriante escena. Sus linternas enfocaron el epicentro macabro, donde reposaba el cuerpo sin vida de una joven, una víctima de la brutal danza de la muerte.

La mujer, extendida sobre un charco de sangre negra coagulada, yacía con su rostro mutilado mirando al techo desgarrado. Sus ojos, abiertos y sin brillo, se clavaban en algún punto invisible entre las sombras. La masa sanguinolenta que fue su humanidad presentaba heridas de arma blanca en el tórax y abdomen, junto a fracturas expuestas en piernas y mandíbula. Los desgarros en el torso aún teñían de rojo la blusa hecha jirones, mientras fragmentos de hueso se asomaban entre las heridas sanguinolentas en las extremidades.

Taro y Sakura compartieron una mirada cargada de pesar, reconociendo el cruel modus operandi del asesino. La escena era un cuadro grotesco, una composición maestra del horror. El crujir de la madera y el aullido del viento en la distancia amplificaban la sensación de malestar en el lugar.

—Este es el mismo patrón que encontramos en las otras víctimas. El asesino no deja lugar a dudas de su firma —murmuró Taro en voz baja, sus palabras un eco sombrío en la penumbra.

Sakura ascendió, su mirada se perdió entre los rincones más oscuros de la sala. Con cautela, se aproximó al cuerpo, iluminando con su linterna los detalles más íntimos de la escena.

—Busquemos pistas, algo que nos lleve al responsable de esta atrocidad —sugirió Sakura, su voz resonando como un susurro siniestro mientras examinaba meticulosamente la habitación en busca de huellas o evidencias ocultas.

Taro se unió a ella, agachándose junto al cuerpo para escrutar detenidamente las heridas. La tensión en el aire era tangible mientras procesaban la escena, conscientes de que cada detalle podría acercarlos al esquivo asesino.

—Esta vez parece que el homicida se tomó más tiempo, como si disfrutara prolongando el sufrimiento de la víctima. Cada herida es una obra de sadismo —murmuró Sakura con disgusto, su voz cargada de repulsión ante la violencia desplegada.

Taro asintió, frunciendo el ceño al examinar la disposición de las heridas. Era como si el asesino hubiera seguido un ritual macabro al infligir cada corte y fractura.

—Deberíamos comunicarnos con la central y solicitar todos los informes forenses de los casos anteriores. Necesitamos saber si hay algún detalle que hayamos pasado por alto, algo que nos conduzca a este asesino en serie —propuso Taro mientras se ponía de pie, alejándose del macabro escenario.

Sakura asintió, y ambos se dirigieron hacia la zona donde el equipo forense continuaba con su trabajo. Mientras se sumergían en la comunicación con la central y recababan información adicional, la realidad de la caza del asesino se volvía más inquietante.

La noche caía con su manto oscuro sobre la ciudad, y el asesino se movía en las sombras, dejando tras de sí un rastro de terror y muerte. Taro y Sakura estaban decididos a desentrañar el enigma que envolvía a este criminal despiadado, pero en la oscura y laberíntica mente del asesino, el juego apenas comenzaba. Los susurros de la noche ocultaban secretos más profundos, y la ciudad se convertía en un escenario macabro donde la verdad y la oscuridad danzaban en un ballet sin piedad.