Al amanecer los guardias se retiraron y volvieron los anteriores con los que ya había tratado. Ellos se sorprendieron tras un breve informe de los guardias de turno de noche; de seguro aquel informe habla sobre mí. Y ellos al verme me llamaron para confirmar sus sospechas.
—¡Si que tienes agallas muchacho!. ¡Me esperaba hallar un cadáver aquí!— me dijo el tipo que me lanzó por el suelo el día anterior.
—¡¡No tocaste la tortilla que te regalé!! ¿Cómo puedes sobrevivir?¿Acaso eres un mago?— me preguntó el otro guardia.
Ambos estaban muy sorprendidos y me estrecharon sus manos para saludarme debidamente. Uno de ellos, el más rudo a mi parecer, se llama Alfonzo. El otro, quien me entregó la tortilla el día anterior se llama Enrique.
Los saludé y les dije que me llamo Dylan, aunque fue algo extraño para mí decir mi nombre, pues son los primeros con quienes me he presentado desde que desperté en esa casucha.
Respondí la pregunta de Enrique con algo de humor, le dije que si fuera mago no estaría perdido ni estaría suplicando entrar a la ciudad. Pero a ambos no les causó gracia, pues para ellos le fue completamente razonable mis palabras.
A pesar de estar sorprendidos por mi resistencia, continuaron con sus trabajos tomando la posición que les corresponde y nuevamente me quedé sólo, pues aún faltaban dos días para culminar la apuesta.
Al observarlos detenidamente me fijé que tampoco poseen tecnología; como llevar un smartphone o un reloj. ¿Y qué más podía pedir? si se iluminan con antorchas y sus armas son lanzas y espadas.
Aquello me hizo pensar que estoy en una zona del planeta donde aún están muy atrasados tanto en tecnología y sociedad.
Aproximadamente a medio día, una multitud comenzó a salir de la ciudad de forma ordenada y discreta. Mi curiosidad me llevó hacia Alfonzo y Enrique para averiguar lo que sucedía.
Alfonzo tenía lágrimas en sus ojos y en las mejillas, él me explicó que la hermana de la reina llamada Sofía había muerto en la madrugada, producto de aquella enfermedad que tanto han evitado las autoridades.
Le dije que lo lamentaba, pues se podía ver que él y toda esa multitud la quiso mucho. Pero mi atención tras las palabras de Alfonzo fueron dirigidas hacia la monarquía que mencionó, pues si existe una reina y una princesa, son datos que ratifican mis sospechas al estar en un lugar atrasado socialmente.
La enorme caravana salió del lugar con vestimenta inusuales para mí, donde sin duda aquí aún viven bajo el estilo medieval, pensé.
Luego, una cuadrilla de caballeros cubiertos de pulidas armaduras, montados en hermosos caballos salían imponentes en la marcha.
También le seguían varios soldados y personas con ostentosas y coloridas prendas de vestir; supuse que aquellas personas eran de la nobleza.
Podía oír los lamentos de Alfonzo diciendo que la princesa Sofía no merecía salir por esta parte de la ciudad, sino más bien por la entrada principal (algo que hasta el momento desconocía la existencia de otra entrada).
Según lo que escuché de Alfonzo, los funerales de la nobleza y realeza son de carácter más reservados, pero el funeral que estaba presenciando es la ceremonia que se realiza a los magos, y es literalmente una demostración de humildad y respeto por la naturaleza en donde el difunto es llevado hasta el bosque para ser sepultado.
Después de haber escuchado la palabra "mago'' mi corazón latió con más emoción que nunca, pues es algo alucinante para un joven de dieciséis años como yo el querer saber sobre las ciencias ocultas.
Desde que tengo memoria siempre leí sobre personas de la historia vinculadas a temas metafísicos, como también los sistemas mágicos de sociedades secretas. Aunque no me quería ilusionar con el concepto de mago que conocen aquí, quizás es muy distinto a lo que tengo en mente, pensé.
De pronto salieron tres ancianos con túnicas de color púrpura y con báculos en sus manos derecha, tras ellos un humilde carro de madera y en su superficie la fallecía yacía en su lecho rodeada de flores.
Alfonzo no pudo contener la tristeza y comenzó nuevamente a llorar, Enrique le dio un par de palmadas en la espalda para menguar el sufrimiento de su colega, además lo hacía entrar en razón mencionando la situación.
—La princesa Sofía deseaba vivir como maga más que como de la realeza, por esa razón su último deseo es tener un funeral como una maga. Acepta el último deseo de la princesa Alfonzo— dijo Enrique.
La última persona que salió de la ciudad fue la reina en una lujosa carroza, escoltada por soldados y caballeros. Ella venía de la mano con un pequeño niño y estando fuera de la ciudad, toda la multitud se inclinó hacia ella.
Aquella reina se veía bastante joven y además muy hermosa, al igual que su fallecida hermana la cual pude ver a lo lejos.
Compartían el mismo color rubio de cabello, ambas tenían un hermoso semblante que inspiraban ser apreciadas, aunque con leves matices que las diferenciaban.
La reina bajó de la carroza y entregó aquel niño al sujeto que le acompañaba, luego se puso delante de la carreta donde yacía su hermana y desde allí la observó soportando el llanto que evidentemente quería expresar. Pensé que no quería mostrar debilidad ante sus súbditos. ¡Es la reina! la muerte de una persona no puede ser la debilidad de quien reina.
Me pareció curioso que toda la multitud se organizó para formar una fila, era para dar el último adiós a la difunta; algo que suelen hacer para los funerales de los magos me explicó Enrique.
Alfonzo aún lloraba de pena por la querida maga, a la vez se quitó de su muñeca una pulsera de plata. Luego mencionó que deseaba dejar aquello junto a la fallecida, era lo único de valor que poseía consigo y que no le importaba que se lo lleve la princesa a la tumba.
El problema es que está de turno y no puede abandonar su trabajo como él quisiera, menos ante las autoridades.
Le pedí la pulsera y me ofrecí a dejarla con la fallecida, miemtras él me agradeció muy conmovido por mi gesto. Entonces me uní a la fila de personas que respetuosamente avanzaba hacia el cuerpo de la maga.
Me pareció impresionante el poder sentir la tristeza al estar rodeada de ella, me invadió una aflicción al igual que al resto, como si hubiese conocido a la maga personalmente.
El avanzar era lento, pero me sirvió para poner atención a la forma correcta de llevar a cabo el último adiós, pues me di cuenta que todos los que pasaban ante la fallecida tocaban su mano derecha; luego unían sus propias manos y cerraban sus ojos como realizando una plegaria, así terminaba el proceso y le daban paso a la siguiente persona.
Aquí hay mucha gente que aún se integra a la fila, aunque a mi parecer no es la totalidad de los ciudadanos. Tras esas murallas debe haber muchas más personas y aquí sólo vinieron cierta cantidad seleccionada.
Después de unos minutos en la fila por fin tocó mi turno, donde pude contemplar lo bella que era la princesa; su tez pálida no quita su bello semblante, su cabello largo, su nariz respingada y sus bellos labios me hicieron apreciarla.
Es una lastima que tan bella y joven mujer muera teniendo toda una vida por delante, quizás cuantas cosas deseaba cumplir, quizás tenía un amor con el cual deseaba envejecer, me dije.
Entonces cerré mis ojos y toqué su fría mano. Pero algo no está bien pues ¿Cómo es posible que cierre mis ojos como primer paso y luego toqué su mano? Es obvio que realicé el proceso de forma errónea pero acababa de darme cuenta de una nueva habilidad el cual es poder ver con los ojos cerrados.
No es lo mismo que poder ver con los párpados abiertos, la diferencia es que podía observar el actual mundo pero con distintos colores y matices que ondeaban por todo el lugar, como si fueran olas de energía libres por todo el espacio.
Al continuar observando pude ver algo brillante sobre el cuerpo de la difunta que levitaba, y de esa luminosidad colgaba un brillante cordón plateado; este se movía como si tuviese inteligencia propia y trataba de tocar la frente de la maga, pero su tamaño no le permitía hacerlo.
La gente comenzó a murmurar pues dediqué más tiempo del que debía para el último adiós, pero no podía perder tal experiencia que se me presentaba, pues al parecer podía ver el plano astral, y aquello es algo que leí muchas veces pero jamás experimenté.
Sentí la presión de la gente que me presidía, pero antes de salir de allí debía intentar algo el cual es tratar de tomar aquel cordón plateado y tocar la frente de la maga con el, seguramente después de hacer eso sería enviado a un calabozo quizás, pero mi intuición me decía otra cosa.
Tomé tal cordón, obviamente invisible a los ojos de los demás, y lo extendí hasta tocar la frente de la maga. Podía ver las expresiones de los demás a pesar de tener los ojos cerrados.
Mi actuar causó una conmoción y de inmediato un par de caballeros sacaron sus espadas para alejarme de la difunta.
Uno de ellos me tomó por el hombro y me lanzó al suelo, mientras otros me rodearon y me dieron algunas patadas. Me levantaron sujetando mis manos en mi espalda, la gente comenzó a gritar y se aproximaron hacia mí con la idea de matarme, pensé.
Pero yo no era el origen de aquella conmoción si no más bien era la difunta quien había despertado y se levantó de su lecho.
La reina ordenó a los soldados alejar a la multitud, pues todos querían estar cerca de su hermana que había resucitado, así que se abrió un gran espacio gracias a los soldados; donde quedé junto a la reina y su hermana, aunque yo estaba custodiado por dos caballeros que sujetaban mis manos.
La princesa Sofía me miró atónita y la reina se aproximó a mí con la expresión de confusión en su rostro, me quería preguntar algo pero tartamudeo, creo que es por la mezcla de sentimiento lo cual no le permite ordenar las palabras.
Ella abrazó a su hermana y lloró en su hombro, luego la tomó de la mano y se aproximaron hacia mí.
—¿Acaso tú le has devuelto la vida a mi querida hermana? Logré observar todo lo que hiciste pero debo salir de la duda y preguntarte directamente— me dijo mientras sus ojos estaban clavados en los míos.
—Así es. Pude ver el espíritu de su hermana intentando volver a su cuerpo y logré unir a ambos.
La reina se postró ante mí y toda la multitud incluyendo a los caballeros le siguieron, haciéndome sentir como un dios; siendo un trato que jamás desearía recibir. Por eso traté de levantar a la reina y su hermana que lloraban y se abrazaban mutuamente.
Levanté a los caballeros y grité a la multitud que se pusieran de pié, mientras les mencionaba que no debían postrarse ante mí, muchas personas obedecieron y se levantaron, la mayoría con lágrimas en sus ojos.
La reina me acarició el cabello y me dio infinitas gracias por lo que había hecho, al igual que su hermana Sofía quién tomó mi mano y la besó mientras sus lágrimas aún se deslizaban por sus mejillas.
Yo no sabía cómo responder a tales afectos, simplemente me quedé quieto, temeroso a cometer un error.
Luego preguntaron mí nombre y les mencioné que es Dylan, ellas también me dijeron los suyos los cuales son Salem por parte de la reina y su hermana Sofía el cual acaba de resucitar.
La reina Salem se dirigió a la multitud para agradecer el aprecio que demostraron al acompañar a su hermana Sofía, en un desenlace el cual cambió completamente gracias a mí.
Por ello sería invitado inmediatamente al palacio real.
Tras aquellas palabras por fin pude entrar al reino, con la aprobación de la misma reina, algo que jamás me habría imaginado.
Fin del capítulo.