—Ahora recuerdo. —Barr estaba un poco emocionado—. Cuando matamos a la locomotora, había una asesina muy feroz presente. Nosotros éramos los encargados de recibirla afuera. Vi a una asesina con una gran prisa con mis propios ojos...
—¿Qué gran prisa? ¡Eso es Remington, productos de marca! —Emily lo corrigió despectivamente—. Realmente son ignorantes, ustedes pandilleros.
—Sí, sí, Remington... —dijo Barr, avergonzado—, recuerdo que en ese momento tenías el cabello rojo...
—¡Esa era una peluca! —Emily lo corrigió nuevamente con insatisfacción—. ¿Alguna vez has visto cabello real que se pegue a tu cabeza como un sombrero? ¿Has visto cabello real que ni siquiera puede mover el viento?
—Eh, no presté demasiada atención a tu cabello. Presté más atención a la ropa que llevabas... —Barr estaba aún más avergonzado.
—Llevaba un top corto y pantalones cortos. ¿Qué tal? ¿Está caliente mi cuerpo? —Emily sonrió con suficiencia.