Mientras hablaba, la mirada de Yu Tian barría a la multitud. El desarrollador que había plantado la bomba debía estar mirándolo con gran disfrute.
En la multitud, una fría e inexpresiva chica rubia se dio la vuelta y se fue en el momento en que su mirada se cruzó con la de Yu Tian.
Las comisuras de los ojos de Yu Tian se agitaron mientras pensaba para sí mismo: «Tu figura es tan buena, pero es una lástima que seas desarrolladora. En cuenta de que eres una mujer, ¡te daré la oportunidad de irte esta vez! Piénsalo como un plan a largo plazo para atrapar a un pez grande».
En la sala de conferencias del edificio skysea, Yu Tian usó una aguja dorada para curar las heridas externas de Chu Rou.
En ese momento, Chu Qing dijo con enojo:
—Realmente se atreven a meterse con mi edificio skysea. Creo que ya no quieren vivir. Afortunadamente, no hay demasiadas pérdidas esta vez. De lo contrario, incluso si volteo el cielo, ¡no los dejaré ir!
Yu Tian dijo con expresión angustiada:
