Una gran área de llamas bloqueó la vista del dron. Nadie sabía si Yu Tian estaba vivo o muerto.
Chu Xuan y Chu Hui, que estaban en Ciudad Hai, también pudieron ver la imagen del dron muy claramente.
En el momento de la explosión, las palmas de todos estaban cubiertas de sudor. Sin embargo, a diferencia de aquellos que esperaban que Yu Tian fuera asesinado en esta competencia, había una diferencia.
Chu Meng y los demás creían que Yu Tian no sería asesinado tan fácilmente.
La respuesta al misterio se reveló muy rápidamente.
Después de que las llamas disminuyeran lentamente, el dron captó una toma clara de Yu Tian saliendo de la tienda.
En este momento, otro golpe atronador explotó en los corazones de todos los espectadores.
El mundo entero estaba discutiendo esas pocas palabras.
—¿Quién me puede decir? ¿Existe alguien en este mundo que pueda matarlo?
—Creo que deberíamos rendirnos, porque nadie puede matar a un dios, ¡y esto es demasiado inmoral!
