Era imposible para Yu Tian echar a perder sus malos hábitos. Era una cosa pretender delante de él, pero en realidad se atrevió a decir tonterías. ¿Si no les pegaba, a quién más pegaría?
En el momento en que se abrió la puerta del ascensor, los dos guardaespaldas cayeron con sangre brotando de sus narices y bocas, asustando a algunos invitados hasta que casi se desmayaron.
En ese momento, llegaron más de diez personas del departamento de seguridad del Grupo Tiansheng.
Se inclinaron ante Yu Tian en el acto.
—Presidente Yu, somos enviados por la Presidenta Chu. ¡Podemos hacer lo que necesite que hagamos!
—Justo a tiempo. ¡Lleven a estos dos desechos al piso 17! —Yu Tian ordenó mientras daba media vuelta y entraba en el ascensor.
Cuando todos tomaron otro elevador hasta el piso 17, Yu Tian ya había golpeado a los cinco guardaespaldas restantes hasta el punto de que estaban arrodillados obedientemente en el pasillo.