—Lo prometo —dijo Yu Tian sin dudarlo.
—Está bien. Si alguna vez descubro que no estás tratando bien a Chu Qing, te haré experimentar el infierno, incluso si no tengo ninguna posibilidad contra ti
Yu Tian rápidamente agitó su mano.
—Lo dicho, dicho está.
Jianzhong finalmente se mostró satisfecho. Asintió antes de hablar de nuevo.
—Tengo una última petición.
—Adelante.
Justo en ese momento, se abrió la puerta de la habitación privada.
Diez fornidas figuras de unos 1,9 metros de altura entraron una tras otra. Llevaban cajas de alcohol.
Había una gran variedad de opciones.
Cerveza, vino tinto e incluso el fuerte baijiu[1].
Yu Tian y Chu Qing se mostraron sorprendidos. Finalmente entendieron lo que Jianzhong había ordenado traer a sus hombres antes.
—Yu Tian, ayúdame a emborracharme para que pueda olvidarme de Chu Qing cuando despierte. De lo contrario, te lo haré a ti en su lugar —dijo Jianzhong.