—¡Dejar la compañía en una hora! —Yu Tian miró a los empleados y dijo con calma.
Todos tenían una amarga expresión en sus rostros y estaban sin palabras. Solo podían bajar sus arrogantes cabezas y aceptar las consecuencias de este acto.
En ese momento, Du Tianci regresó. Cuando vio a Xu Guodong arrodillado en el suelo y llorando amargamente, se volvió orgulloso.
—¿No es este el Presidente Xu? Hace unos minutos, ¿no estabas a cargo? Parece que eres tú el que ha fundado esta compañía. ¿Por qué estás arrodillado ahora? ¿Tus rodillas son así de débiles?
Xu Guodong bajó la cabeza y no dijo ni una palabra. Ahora, no era más que basura que podía ser arrojada al basurero en cualquier momento. ¿Con qué derecho tenía él para discutir con los demás? ¿No fue suficiente el golpe en su cara?
Du Tianci se burló y miró a este inútil con desdén. Luego se volvió hacia Yu Tian y se quejó:
—Solo estaba diciendo que el presidente no renunciaría así como así. ¡Resulta que solo estás jugando conmigo!
