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Yu Tian miró la cabeza y luego la postura del alcaide. Sabía que iba a ser otra noche de matanzas.
Aunque estuviera cerca de ese lugar, su subordinado seguía siendo un guardia.
Lo había matado sin piedad alguna.
El alcaide era alguien que podía matar a su propia gente, e incluso usaba tal método para poner el ejemplo con ellos.
No es de extrañar que todos aquí tuvieran tanto miedo de él.
En cuanto a Yu Tian, tenía cierto desdén en su corazón. Él se apoyaba en este método para reprimir los corazones de la gente.
Sin duda, solo podría reprimirlos por un tiempo. Si quería estabilizarlos, todavía tenía que distinguir entre recompensas y castigos. Las reglas eran estrictas.
Lo más importante era tratar bien a su propia gente. Tenía que tratar a sus enemigos con crueldad y sin misericordia.
Yu Tian sentía que así había vivido en el pasado, y todavía era lo mismo ahora.
Cass se sentó al lado de Yu Tian y susurró:
