—Eres solo un bandido. Todo lo que obtuviste hoy fue robado. ¿Cómo puedes aun tener la cara para decir que eres nuestro invitado? —dijo Víctor sombríamente.
—No creo que no tengas miedo de esas balas. Ahora, te daré algo de cara. Regresa inmediatamente a tu avión y vete. ¡De lo contrario, estás buscando problemas!
Yu Tian estaba demasiado perezoso para perder el aliento en él. Tan pronto como activó su mente, las armas en las manos de cada uno de los defensores desaparecieron inmediatamente.
Al ver esta escena, los ojos de Víctor casi explotaron.
—¿Qué estaba pasando? ¿A dónde habían ido las armas de esas personas?
No solo Víctor, sino que todos los defensores estaban asombrados en el lugar. —¿Era esto magia o algo así? ¿Cómo podrían desaparecer sus armas en el aire?
El comandante de los defensores miró a Víctor con miedo, esperando obtener algunas ideas de él.
Sin embargo, la boca de Víctor estaba bien abierta, y no podía decir nada.