El hombre de mediana edad era muy tranquilo y le dio a Yu Tian la sensación de que nada en este mundo podría detenerlo.
Chu Hui sonrió obedientemente y dijo:
—Tío Qian, permítame presentarle a alguien. ¡Este es mi prometido, Yu Tian!
Qian Yaozu sonrió y extendió su mano. Dijo con entusiasmo:
—Hace tiempo que he oído hablar de Yu Tian. Él es, de hecho, un hombre muy guapo. ¡Chu Hui, no eres lo suficientemente buena para él!
Estas palabras hicieron feliz a Yu Tian. Las mujeres de la familia Chu sentían que él era un gran hombre. Miren lo que dijo.
Cuando estaba contento, la boca de Yu Tian se abrió de par en par y dijo casualmente:
—Si es digno o no, de todos modos nos tenemos que casar. ¡Podemos simplemente hacer la vista gorda y dejarlo estar!
Chu Hui no estaba enojada. Este era su destino para empezar. No había necesidad de enojarse.
