Todos conocían la fuerza de la familia Chu. Un tercio de la riqueza del mundo estaba en manos de la familia Chu.
Cuando Balonzhuo pensó en esto, su cerebro zumbó.
Inicialmente pensó que era solo una mujer común y corriente al lado de Yu Tian. Al final, el trasfondo de esta mujer en realidad podría romper el cielo.
Ahora, era imposible que se arrepintiera incluso si quisiera.
Solo podía darlo todo y luchar por su vida, o tal vez aún había esperanza para que él viviera.
Sin embargo, Yu Tian se acercó a la mesa y sonrió fríamente. —Pero no tengas miedo. No dejaré que ellos lo hagan. ¡Porque el trabajo de matarte lo quiero hacer yo mismo!
Balonzhuo pensó que no tenía más remedio que actuar hoy, así que tenía que actuar primero.
Pensando en esto, pateó la mesa hacia Yu Tian. Llegó detrás de su espalda y sacó dos cimitarras negras, blandiéndolas.