El grito de Lucas y el dolor en su muñeca hicieron que William se serenara instantáneamente mientras chillaba.
Cuando Cheyenne se recuperó del susto y vio la expresión de agonía en el rostro de su padre, no pudo evitar exclamar:
—¡Lucas, él es mi padre! ¡Suéltalo!
Lucas solo quería evitar que William golpeara a Cheyenne, y ahora que William estaba más sobrio, él no haría nada contra él.
Estaba a punto de soltarlo cuando Karen de repente dijo:
—¡No! Lucas, rápido, échalo fuera. ¡No lo quiero aquí! —Señaló la puerta.
Cheyenne tuvo otro dolor de cabeza.—Mamá, olvídalo. Ya es muy tarde. ¿Dónde vas a tirar a papá? ¿Y si le pasa algo?
—¡No me importa! ¡Aunque se muera allí afuera, no quiero volver a verlo en esta casa! —Karen gritó exasperada.
Lucas no sabía qué decir. Naturalmente, no iba a arrojar a William afuera. En su lugar, simplemente soltó la muñeca de este último.