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—¡Ah! No, n-no vengas aquí —gritaba Oscar con horror en su rostro—. ¡Te daré todo! ¡Por favor, no me mates! ¡No me mates!
—¡Oscar!
—¡Ahhhh! No vengas... no te acerques —suplicaba Oscar—. ¡Te lo suplico! ¡No me mates! ¡Por favor, no me mates!
—Oscar, ¡soy tu padre! Abre los ojos y mírame bien. ¡Soy tu padre! —gritó Tyson con los ojos enrojecidos, agarrando los hombros de Oscar y deteniéndolo de seguir moviéndose.
—Por favor, yo... ¡Me postraré ante ti! ¡Por favor, perdóname! ¡No me opondré a ti en el futuro! ¡No iré a California de nuevo! ¡Sr. Gray, por favor! ¡Perdóname! —Oscar gritaba histéricamente mientras luchaba con todas sus fuerzas.
Al ver en lo que se había convertido su único hijo, ¡Tyson sentía como si una cuchilla le cortara el corazón!
En particular, cuando escuchó a su hijo decir las palabras "Sr. Gray" con miedo, ¡su ira subió directamente a la cabeza!