Al escuchar lo que dijo Lucas, Florence negó con la cabeza profusamente en desacuerdo.
—¡No! ¡Deja de decir tonterías! Di a luz a Cheyenne después de un embarazo a término, y es la hija que tuve con mi amante. ¿Cómo podría odiarla? No hables tonterías. Tú no eres yo. ¿Cómo puedes saber lo que pienso?
Pero la forma en que se comportaba ahora era diferente de cuando estaba contando su historia. Lucas todavía podía distinguir si estaba diciendo la verdad o no.
—La razón es simple. En tu corazón, todavía piensas que si no hubieras quedado embarazada de Cheyenne, el hombre que amabas no habría ido a buscar a tu padre porque estaba preocupado por tu futuro. Si no hubiera ido a los Howard, no habría sido asesinado, y tú no habrías sido tan miserable.
—¡Así que siempre has sentido que Cheyenne es la culpable, y tus sentimientos hacia ella son muy complicados. Quizás antes la querías un poco, pero la odias aún más!
