Después de que Lucas y Maddy intercambiaron unas pocas cortesías, él le dijo —Vamos. Mi coche está justo allí—.
—De acuerdo —Maddy estuvo de acuerdo y siguió a Lucas—, y los dos se dirigieron hacia el estacionamiento fuera del aeropuerto.
—¡Alto! —Moisés ya no podía pensar en nada más e inmediatamente detuvo a los dos al ver que se iban.
—Lucas, dado que tú y el Dr. Piedra se conocen, iré al grano. Siempre que le pidas a tu amigo que ayude a curar las piernas de mi hijo, no perseguiré el asunto de que causaste problemas en la Mansión Kingston ayer. También olvidaré la disputa entre mi familia y tú —dijo entre dientes.
Lucas se burló y lo miró como a un tonto. —¿Tienes un problema con tu cerebro? No olvides. Fueron ustedes, los Kingstons, quienes tomaron la iniciativa de hacer las paces conmigo ayer, e incluso me dieron dinero. Por eso accedí a dejarte en paz por el momento. ¿Ahora estás regateando conmigo y diciendo que no perseguirás el asunto? Hah, ¡qué arrogante eres!
