—¿Qué quieres decir con eso? —ladró Moisés.
Lucas frunció el ceño y dijo fríamente:
—¡Dado que tú no puedes hacerlo, no hagas promesas vacías! ¿Quieres que lo deje ir? ¡Imposible!
—¡Si sigues hostigándome, lo mataré de inmediato!
—¡Tú! —Moisés estaba tan furioso que estaba a punto de estallar—. Pero sabía que se encontraba en una posición pasiva y que ahora Lucas controlaba todo. ¡Si enfurecía a Lucas, su hijo definitivamente moriría!
No tuvo más remedio que suprimir su ira, guardar silencio y quedarse a un lado.
Sin la interferencia de los demás, Lucas se agachó al lado de Marc y presionó fuertemente su filtro.
—¡Mmph! —Marc gruñó suavemente y volvió en sí—. Pero al instante de despertar, fue abrumado por el inmenso dolor en sus piernas nuevamente, lo que lo hacer gritar de dolor.
—¡Cállate! —Lucas rugió fríamente para detenerlo antes de preguntar nuevamente: