—Maldita sea. Perra, ¿cómo te atreves a patear nuestro coche? ¿Estás cansada de vivir?
—Hah, mírala, va medio desnuda. Definitivamente no es una mujer decente. ¡Eres una prostituta, verdad? ¿Por qué no vienes con nosotros?
—Jejeje, tu piel es tan suave y tierna. ¡Definitivamente será agradable tocarte!
...
—Tú... ¿Qué estáis haciendo? ¡Vete ya! —Nikki se asustó y gritó de horror mientras intentaba esquivarlos.
—Jajajaja, ¿por qué finges ser pura? ¡Podemos ver que eres una prostituta! ¡Ven a divertirte con nosotros!
—Carcajeaban a carcajadas y arrastraron a Nikki al coche a la fuerza. Pronto, arrancaron el coche y condujeron a un lugar apartado.
—En el coche, Nikki luchó desesperadamente con todas sus fuerzas. Pero como una mujer débil y vulnerable, no era rival para los cuatro musculosos hombres.
—Más de dos horas después, cerca de un sitio de construcción abandonado...
—La ropa de Nikki estaba toda desgarrada, tattered, y esparcida por el sucio suelo en el que yacía.