Lena atrapó a Amelia, que se dirigía corriendo hacia ella, la abrazó en sus brazos y la besó en la mejilla. Frotando su rostro contra el de Amelia afectuosamente, sonrió y dijo —Amelia, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. ¿Me extrañaste?
Amelia sonrió y asintió —¡Sí! Claro que te extrañé, Tía Lena. ¡Ha pasado casi un mes desde tu última visita!
—¡Oh, ha pasado tanto tiempo? Lo siento, es mi culpa. Está bien, Amelia, te daré este conejo grande como regalo —Lena sacó un conejo de peluche blanco como la nieve de la bolsa que tenía a su lado y se lo entregó a Amelia.
Amelia era solo una niña de cinco años. Después de recibir un regalo tan adorable, sonrió ampliamente con emoción y alegría.
Lena finalmente miró a Lucas y lo saludó. La expresión en su rostro lucía igual que siempre, como si no le hubiese confesado a Lucas entre lágrimas al mediodía.
Lucas entrecerró los ojos lentamente, cada vez más inseguro sobre el propósito de la visita de Lena.