En la entrada del Hotel DC, Regina se disculpó con Cheyenne con la esperanza de que la ayudara una última vez. Pero, desafortunadamente, Cheyenne ya había visto su verdadero rostro y se negó a ayudarla.
Al ver a Cheyenne desaparecer completamente en el Hotel DC, Regina se sintió increíblemente aterrada.
—¡Idiotas avaros! La Sra. Carter tuvo la amabilidad de interceder por ustedes dos, pero aún así fueron tan ingratos. Se pasaron de la raya cuando se les dio un poco de mano. ¡Ahora todo se acabó! —se burló Rayson y ordenó a los dos guardaespaldas detrás de él—. ¡Rompan las extremidades de estos tontos y después hagan que su familia se los lleve! No quiero ver a estas dos personas interponiéndose en el camino del Sr. Gray después de mañana. ¿Me oyen?
—¡Sí, Sr. Williams! —Los dos guardaespaldas aceptaron inmediatamente las órdenes y caminaron hacia Nicholas y Regina, que estaban arrodillados en el suelo, completamente aterrorizados.
