Prólogo-
En este mundo existen dos fuerzas, el maná, la fuerza misma de la naturaleza y el aura, la fuerza de uno mismo.
Mientras el maná es más complicado de usar y tan solo unos pocos son capaces de sentirlo, y muchos menos el usarlo, el aura es algo que todos poseen.
Con el aura puedes impulsar tu cuerpo, dándole una fuerza sobrenatural
O por lo menos eso decía mi maestra.
'Honestamente cuántos usuarios de aura competentes hay en esta ciudad' pensé en mis adentro.
Estaba en una careta con otras cinco personas que exudaban un débil aura.
Acabamos de entrar en una ciudad fortaleza sin nombre. Aunque llamarlo ciudad fortaleza sería darle demasiado crédito.
La ciudad estaba rodeado de un muro de piedra que ya se estaba desmoronando, y los caballeros que habían apenas tenían unas pobres armaduras y armas gastadas.
'¿Esas espadas siquiera contarán?" Pensé mirando a los caballeros que nos "escoltaban" la careta.
'Si cualquiera de estos tipos se vuelve loco crearía un gran caos. A pesar de su mediocre nivel'.
Volviendo mi mirada a mis "compañeros" de viaje, era obvio ver que eran mercenarios, la mayoría eran grandes y poseían varias cicatrices en sus cuerpos.
Sus atuendos desgastados y las armas filosos que tenían. 'Listos para matar a alguien' pensé con indiferencia.
De repente mi mirada cayó en alguien, un joven que estaba cubierto por una túnica.
Era pequeño, y si bien la túnica cubría su cuerpo, eran visibles sus rizos pelirrojos.
Pero no tuve más tiempo para darle vueltas, ya que ya habíamos llegado a nuestro destino.
Bajándome rápidamente, lo primero que vi fue un edificio, el ayuntamiento de esta ciudad.
Era un edificio que, si bien tenía más cuidado que los muros y otros edificios, también se veía viejo y maltratado.
-Wow, entonces este es un ayuntamiento de una gran ciudad.
Un susurro apenas audible vino de atrás. Era el chico bajo de antes que se bajó con los otros cuatro.
-Bienvenidos, distinguidos guerreros- dijo una voz vieja que venía de las puertas del ayuntamiento.
-Mi nombre es Thomas, y son el líder de esta pequeña ciudad- dijo el anciano amable, pero firmemente.
-Porfavor, ayudarnos a exterminar a las bestias del bosque- dijo, con una nota de desesperación.