El despertar - Parte 3
Al cruzar el portal, Jonas, Félix y Leia se encontraron de vuelta en su amado pero devastado mundo del pasado. El paisaje yermo y desolado nunca les había parecido tan acogedor. Estaban en casa.
Decidieron establecer un campamento provisional en las afueras de lo que otrera Ciudad Refugio 12B. Utilizando sus conocimientos del futuro, construyeron chozas, generadores e incluso un pequeño huerto hidropónico.
Poco a poco, el campamento fue creciendo al unirse más supervivientes atraídos por el faro de esperanza que representaba.
Jonas se convirtió en el líder no oficial de los habitantes, guiándolos con su inteligencia y determinación. Leia era la encargada de explorar los alrededores en busca de suministros y nuevos reclutas. Y Félix coordinaba la tecnología, aprovechando sus conocimientos para mejorar las condiciones.
Trabajando juntos, lograron expandir el asentamiento y hacerlo próspero. Pero aún quedaba un gran reto por delante: encontrar más supervivientes y unificarlos para reconstruir una nueva civilización.
Equiparon vehículos todo terreno y comenzaron a mapear la zona, buscando señales de vida. Tras muchas jornadas infructuosas, Leia detectó una débil transmisión procedente de las montañas cercanas.
Al llegar encontraron otro asentamiento precario, construido en las cavernas de la falda de la montaña. Sus líderes, dos hermanos llamados Jake y Kalie, mostraron recelo inicialmente ante los recién llegados.
Pero Jonas logró ganarse su confianza compartiendo conocimientos y tecnología para hacer prosperar la comunidad subterránea. Pronto, ambos grupos trabajaban mano a mano, aprendiendo los unos de los otros.
Así continuaron, uniendo asentamientos dispersos, compartiendo recursos y personas. Su red de alianzas no dejaba de expandirse.
Pasaron meses. El movimiento de Jonas ya agrupaba a miles de personas. Decidieron fundar una ciudad central donde concentrar a la creciente población. La bautizaron "Ciudad Refugio" en honor al pasado.
Construyeron rascacielos, sistemas de energía, plantas de reciclaje. La ciudad floreció rápidamente gracias a la cooperación y los conocimientos aportados por todos.
Pero a medida que crecían, inevitablemente surgían roces. Algunos líderes cuestionaban las decisiones de Jonas, envidiosos de su autoridad. El idílico sueño de cooperación empezaba a resquebrajarse.
Jonas hizo todo lo posible por mantener la concordia, promoviendo el diálogo, la participación de todos en la toma de decisiones. Pero las voces disidentes arreciaban.
Finalmente estalló un motín liderado por Jake y Kalie, ahora celosos de la influencia de Jonas. En la revuelta murieron decenas de inocentes.
Tras sofocar la rebelión, con el corazón apesadumbrado Jonas se vio forzado a desterrar a los cabecillas del movimiento junto a sus seguidores. Leia intentó persuadirlo de perdonarlos, pero él se mantuvo firme. La unidad debía preservarse a cualquier precio.
Los exiliados fundaron su propio asentamiento. Pronto las escaramuzas en la frontera fueron constantes. Las palabras dieron paso a las armas. La guerra era inevitable.
Jonas sabía que debían defender Ciudad Refugio. Pero Leia se oponía fervientemente a luchar contra sus propios hermanos humanos. Las disputas entre ambos se volvieron acaloradas.
Leia decidió finalmente partir junto con Félix para unirse a los exiliados, esperando reconciliar a las partes y evitar la catástrofe. Jonas se sintió profundamente traicionado.
Solo y amargado, se volcó por completo a planificar la defensa de la ciudad. Construyó enormes murallas y acumuló arsenales enteros, dispuesto a una guerra total.
Durante meses enteros la batalla se libró sin cuartel. Las bajas se contaban por miles. Pero Jonas no estaba dispuesto a rendirse, convencido de la justeza de su causa.
Finalmente, tras un encarnizado asedio, las defensas de Ciudad Refugio cayeron. Las huestes exiliadas irrumpieron arrasando todo a su paso.
Jonas reunió a un puñado de sus más leales seguidores en el centro de mando, su último reducto. Allí, rodeados de pantallas parpadeantes, escuchó el estruendo de la batalla acercándose inexorablemente.
Súbitamente las puertas blindadas cedieron con un estallido y una nube de humo llenó la sala. Jonas cerró los ojos, esperando el final. Un disparo resonó.
Al abrirlos de nuevo, vio a Leia ante él con el arma humeante, mirándolo con una mezcla de pena y determinación. A su lado, Jake y Kalie sonreían victoriosos.
Jonas cayó de rodillas, débil. Leia corrió a sostenerlo. Con un hilo de voz, él le susurró: "Traidora". Ella respondió: "Ya no hay bandos, sólo humanos".
La oscuridad se adueñó de Jonas. Cuando despertó, estaba en una cama de hospital improvisado. Leia estaba a su lado. Le contó que la guerra había terminado, y ahora todos trabajaban unidos en la reconstrucción.
Jonas no podía creerlo. Pero desde la ventana vio a antiguos enemigos estrechándose la mano, llenos de esperanza. Comprendió entonces su error. La única salida era la paz y la cooperación.
En los años siguientes, esta nuevo espíritu de unidad permitió sanar heridas y resurgir de las cenizas. Jonas y Leia lideraron la construcción de una nueva sociedad en la que todos pudieran vivir en armonía.
La utopía anhelada estaba ahora al alcance de la mano. No sería perfecta, pues los humanos nunca lo son. Pero mientras mantuvieran la voluntad férrea de entenderse, cualquier obstáculo podría superarse.
Jonas y Leia dedicaron el resto de sus vidas a esta noble misión. Cuando al fin encontraron el reposo, lo hicieron con la satisfacción del deber cumplido. Su sacrificio no sería en vano. La Antorcha de la Civilización ardía de nuevo gracias a ellos.
Y así, gracias a la perseverancia de unos pocos guiados por altos ideales, la humanidad lograría curar sus heridas, aprender de los errores del pasado y construir junta un futuro mejor. La esperanza renacida florecería por siempre jamás.