Chapter 2 - Capitulo 2

El despertar - Parte 2

Jonas y los otros chicos fueron recibidos con cautela por los centinelas apostados en la entrada de Ciudad Refugio 12B. Los condujeron hasta el interior de la fortificada muralla que rodeaba el asentamiento. Allí los esperaba Omar, el líder de la comunidad, un hombre entrado en años pero de porte aún vigoroso.

Tras escuchar el relato del éxodo desde el refugio subterráneo, Omar accedió a acogerlos. Les advirtió que la vida en la ciudad no sería fácil, pues los recursos eran limitados. Pero era mejor que morir de inanición en la superficie contaminada.

A Jonas y sus amigos los alojaron en el ala oeste, junto a otros niños y jóvenes. Allí conocieron a Leia, una chica intrépida de la edad de Jonas, que les sirvió de guía por la ciudad. Gracias a ella, Jonas fue comprendiendo mejor aquel mundo extraño y hostil.

Leia les contó que nadie sabía a ciencia cierta qué había provocado el Gran Cataclismo. Las leyendas hablaban de una guerra nuclear, un gran impacto meteórico, experimentos científicos fuera de control... Sea como fuere, la civilización había quedado reducida a escombros.

Los adultos intentaban mantener con vida los antiguos conocimientos, pero cada día se perdía un poco más del legado de la humanidad. La supervivencia del día a día acaparaba toda la atención y los recursos.

Con el paso de las semanas, Jonas y sus amigos se integraron a las duras tareas cotidianas de la ciudad, ya fuera en los equipos de búsqueda que salían al exterior, o en labores agrícolas, de reparación y manufactura dentro de los muros.

Jonas destacó pronto por su ingenio para dar nuevos usos a piezas y maquinarias oxidadas. Gracias a él, los generadores pudieron prolongar su vida útil, proveyendo a la ciudad de la escasa electricidad que necesitaban.

Pero donde Jonas se sentía más vivo era cuando acompañaba a los equipos de búsqueda, adentrándose en las ruinas del antiguo mundo, escudriñando entre escombros en busca de lo que fuera útil. Cada objeto rescatado era como una pieza para completar el rompecabezas del pasado.

Fue en una de esas salidas donde algo extraordinario sucedió. Explorando un antiguo campus universitario, Jonas tropezó con lo que parecía una compuerta metálica semi enterrada. Tras extirpar la maleza que la cubría, vio un rótulo parcialmente borrado que decía "Laboratorio de Fotónica".

La curiosidad pudo más que el temor a lo desconocido. Con ayuda de Felix y Leia, forzó la pesada compuerta hasta lograr abrirla. El interior estaba negro como boca de lobo. Encendiendo linternas, se internaron en aquel misterioso recinto del pasado.

Descendieron por una escalera metálica hasta una estancia abarrotada de extrañas maquinarias y terminales cubiertas de polvo. En las paredes, monitores muertos desde hace décadas. Todo se notaba abandonado de forma apresurada.

Revisando los archivos en los servidores, Felix halló información sobre un experimento clasificado de "teletransporte cuántico". A Jonas le brillaban los ojos ante cada nuevo descubrimiento. ¡Allí abajo estaba la clave para reconstruir la tecnología perdida!

De pronto, un zumbido los sobresaltó. Provenía de una cámara hermética en una sala contigua. Al acercarse, el zumbido se hizo más intenso. Todos retrocedieron, temerosos. Jonas tragó saliva y abrió la pesada escotilla.

Dentro, flotando en un campo magnetizado, había una esfera de metal del tamaño de un puño, vibrando y emitiendo luz pulsante. Los amigos se miraron desconcertados. Aquello no se parecía a nada que hubieran visto antes.

Jonas acercó una mano atraído como por un hechizo. Una descarga de estática lo hizo retirarla de golpe. Entonces ocurrió algo asombroso: la esfera salió flotando de la cámara y se posó suavemente en su mano. Los pulsos luminosos cesaron.

—Debemos llevar esto a la ciudad para estudiarlo —dijo Jonas, emocionado por el hallazgo. Sus amigos asintieron, maravillados ante el misterioso objeto.

Pero lo que ignoraban es que su descubrimiento en aquel laboratorio abandonado desencadenaría una serie de eventos extraordinarios. La pequeña esfera metálica resultó ser mucho más de lo que parecía.

Jonas la mantuvo oculta al regresar a la ciudad. Por alguna razón que no alcanzaba a comprender, sentía que aquel objeto era especial, y que debía mantenerlo en secreto por ahora. Lo escondió bajo el camastro en su alojamiento.

Esa noche, mientras todos dormían, la esfera comenzó a zumbar y emitir suaves destellos luminosos. Jonas se despertó sobresaltado. Al tocarla, la superficie de la esfera se volvió gelatinosa. Y para su terror y asombro, ¡la mano le atravesó como si fuera agua!

La retiró de golpe, con el corazón desbocado. Observó su mano, aparentemente normal. Experimentó entonces una corazonada. Volvió a acercar la mano lentamente a la superficie de la esfera... y esta vez la atravesó sin resistencia, como si se hubiera abierto una puerta invisible a otro mundo paralelo.

Cuando retiró el brazo, éste había desaparecido. Ya no lo sentía, pero podía ver su hombro terminando en un muñón. Volvió a introducirlo y el brazo reapareció, como por arte de magia.

Jonas comprendió entonces que aquel objeto era una puerta a otra dimensión desconocida. Las implicaciones de esto eran enormes. Debía mostrarselo a Felix y Leia cuanto antes.

A la mañana siguiente, les contó lo sucedido. Al principio lo miraron con escepticismo, pero cuando les mostró el fenómeno, sus caras reflejaban puro asombro.

—Esto... esto cambia todo lo que conocemos del universo —balbuceó Felix—. Es... imposible.

—Debemos estudiarlo en secreto —dijo Leia—. Si Omar o los otros se enteran, querrán confiscártelo.

Así, cuando no estaban cumpliendo con sus tareas, se escabullían a un callejón oculto a experimentar con la esfera, tratando de descifrar sus misterios. Descubrieron que algunos objetos también podían atravesarla sin dejar rastro.

Pronto confirmaron que se trataba de un portal a otra realidad desconocida. Al cruzar animales vivos, éstos desaparecían de su mundo, aunque si se los traía rápidamente de vuelta, se recuperaban ilesos.

Los tres amigos pasaron días enteros teorizando sobre el funcionamiento del artefacto, extasiados ante sus implicaciones. ¿Habría del otro lado civilizaciones avanzadas de las que aprender? ¿Podrían encontrar una nueva tierra fértil, libre de radiación, donde reconstruir la sociedad? Las posibilidades parecían infinitas.

Pero un día sucedió lo impensable: mientras realizaban experimentos, la esfera se activó sola. La superficie se volvió gelatinosa y empezó a tragarse todo a su paso, expandiéndose rápidamente.

Jonas, Félix y Leia salieron huyendo despavoridos. Por las calles, la gente gritaba señalando al cielo deformado sobre sus cabezas, como un enorme remolino dimensional que succionaba nubes y escombros a su voraz paso.

Pronto, la anomalía cubrió toda la ciudad, tragándose edificios enteros. Los tres amigos corrieron a buscar refugio bajo tierra mientras el mundo se disolvía a su alrededor. No quedó nada de Ciudad Refugio 12B, ni rastro de sus habitantes.

Temblando abrazados en la oscuridad, no se atrevieron a salir por temor a lo que podrían encontrar afuera. Habían liberado imprudentemente un poder más allá de su comprensión, y ahora estaban pagando las consecuencias.

Permanecieron ocultos por días, muriéndose de hambre y sed, consumidos por la culpa y el pesar. Cuando finalmente se aventuraron al exterior, quedaron deslumbrados ante la visión de un mundo transformado.

Donde antes hubo ruinas y desolación ahora había una ciudad reluciente de altísimos rascacielos. Seres de apariencia humanoide circulaban levantando las manos, desplazando objetos por el aire como por telequinesis.

Jonas y sus amigos comprendieron que la esfera no era un portal, sino una puerta temporal. Al aktivarse, debió catapultar a toda la ciudad al futuro, a una nueva era donde la humanidad evolucionó hasta desarrollar poderes mentales asombrosos.

Pero ¿qué papel estaban destinados a jugar ellos ahora, provenientes del violento y primitivo pasado? Se ocultaron y observaron con cautela y asombro este mundo futurista.

Todo era tan diferente... Los humanoides se alimentaban de pastillas diseñadas para satisfacer sus necesidades nutricionales. No existían diferencias de clases o jerarquías. Una sofisticada inteligencia artificial coordinaba y administraba la ciudad.

Los tres amigos debatieron largamente qué hacer. Podrían intentar integrarse a esa pacífica utopía y disfrutar de sus avances tecnológicos. Pero su lado más primitivo anhelaba acción, aventura, emociones reales y verdadero propósito.

Fue Leia la primera en tomar una decisión. Dijo que prefería vivir de forma auténtica, aunque eso implicara sufrimiento y dificultades, antes que permanecer para siempre en ese mundo artificial donde todos eran iguales.

Sus amigos sintieron que tenía razón. Por muy avanzada que fuera esa civilización, les resultaba vacía, carente de espíritu. La perfección absoluta era aburrida. Necesitaban imperfección, caos, desafíos.

Así, urdieron un atrevido plan: reconstruir la máquina del tiempo que los trajo hasta allí e intentar regresar a su violenta pero emocionante era. Sabían que algunos podrían tacharlos de locos, pero no les importaba. Ése era su anhelo más profundo.

Tras infiltrarse en instalaciones automatizadas para conseguir materiales, trabajaron a escondidas para recrear la esfera dimensional, guiándose por sus viejas notas y observaciones.

Tras incontables intentos fallidos, finalmente tuvieron éxito en activar el mecanismo. La esfera abrió un vórtice oscilante frente a ellos, su superficie ondulando hipnóticamente. Era la hora de la verdad.

Uno a uno, fueron cruzando el umbral hacia lo desconocido. Al otro lado les esperaba su amado mundo natal, con todas sus miserias pero también maravillas. Un mundo que debían ayudar a reconstruir, aplicando las lecciones del futuro.

Allí estarían Leia, Félix, Jonas y todos aquellos valientes dispuestos a luchar contra la adversidad. Juntos reescribirían la historia de la humanidad, forjando un futuro donde los ideales del pasado y del porvenir pudieran fusionarse en una sociedad más sabia.

Las posibilidades eran infinitas. Pero sabían que, pasara lo que pasase, merecería la pena vivirlas.