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No Debí Preguntar

🇲🇽ElDiariodeOsiris
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Synopsis

Chapter 1 - No Debí Preguntar.

  Ellen, cada jueves iba de compras y hacer mandado después de recibir su añorado sueldo.

  Ávida de comprarse algo bonito.

  Ella vivía sola en un departamento que le dejó su padre antes de fallecer cuando ella tenía 19, hace casi 8 años. Su padre también le había heredado otros dos departamentos que ella rentaba y de eso subsistía. Ellen tenía un automóvil pasadito de tiempo, pero usualmente caminaba al supermercado a menos de 2 bloques de su departamento, que ella tomaba como ejercicio, además de un joven afable que la saludaba con gran alegría y tenía una facilidad para hablar y lo hacía con elocuencia.

  —¿Te puedo encargar algo, Ely? —era como empezaba.

  Ella aceptaba, siempre pedía algo pequeño y él le daba descuentos en la librería de su madre, que ella nunca aceptó, pero él siempre le prestaba libros que se encontraba entre las repisas.

  —Recomiéndame otra cosa que no sea comedia —decía ella.

  Era su género favorito por mucho, aunque Ellen prefería el terror y el drama, pero el gusto de los libros del joven jocoso era sorprendentemente bueno y, sin querer, al leerlos, lo leía a él.

  No era seguido, pero de vez en cuando, él la acompañaba en su camino a donde sea que fueran y ella reía con él, y el gozaba de hacerla reír.

  —¿Esta vez entrarás conmigo? ¿o nuevamente me dejarás aquí y desaparecerás?

  Él sonreía y decía «Hasta luego, Ely».

  Al principio esto no le parecía ni simpático, ni romántico o inclusive interesante. No. Parecía una falta de respeto, pero cuando lo volvía a ver, y él hacía lo imposible para hacerla reír, se le pasaba el enojo.

  A veces, al pasar de lejos, lo miraba cerca de su madre, apesadumbrado. Curioso para alguien como él, y más, porque jamás vio u escuchó que intercambiaran palabras.

  En repetidas ocasiones ella intentó hablar con él, pero por alguna razón, Larion buscaba irse de ahí, y sin darse cuenta, los pies avanzaban y no se detenían cuando estaban juntos. Hablaban de muchas cosas, pero más sobre ella. No era especialmente el tema favorito de Ellen, pero Larion se mostraba ávido por saber más.

  Un día, al tiempo que el crepúsculo lamía las paredes y se apoderaba de la sala de Ellen, compartió como había perdido a su padre y madre.

  —Solo tengo fotos de ella —comentaba, a la vez que le mostraba el móvil—. Mi padre no solía hablar de eso, solo que ella tomó la decisión que sobreviviera yo en el parto y para cuando mi padre logró llegar al hospital para conocer a su hija, los médicos le dijeron las últimas palabras de mi madre:

  «Cuídala».

  Ellen sentía que nunca antes nadie le había puesto tanta atención.

  —Ojalá me hubiera contado más —agregó con voz lánguida.

  —Yo sé bien cual es el dolor que deja la pérdida de alguien —afirmó él.

  Ellen no sabía cuándo, pero no importaba, ella estaba enamorada de él.

  —Disfruta a tus padres, Larion.

  Larion no dijo nada. Solo se marchó.

  Era extraño, pero no estaba airada por ese trato, pese a no tener ni el número de su amigo o si siquiera tenía alguna red social. Lo buscó, pero no había nada sobre él.

  En los días siguientes ella fue a buscarlo a la librería, empero, no preguntaba por la mirada de desasosiego de la madre, que, pese a sonreír, miraba con ojos lóbregos.

  Sintió vergüenza al entrar repetidamente y no comprar nada, hasta que finalmente se llevó consigo un libro que le recordó a Larion:

  —"Pasante, no Eterno" —musitó ella.

  Nada. Los siguientes días Larion ya no estaba, ni afuera, ni adentro ni cerca de su madre para no dirigirse la palabra.

  Una tarde, cuando ya había terminado el estío y las hojas caían en tonos atezados, Ellen finalmente se plantó frente a la madre y preguntó:

  —Perdone, señora. Pero estoy buscando a Larion.

  La señora se exaltó de manera exagerada, pero Ellen no se iba de ahí sin respuesta.

  —Disculpe, pero… ¿Cómo sabe usted ese nombre? —preguntó la señora.

  —Es solo que no he visto a su hijo en mucho tiempo y pues… no sé… estoy preocupada.

  La dueña de la tienda estaba más pálida y notablemente azorada.

  —Mire… si esto es un tipo de broma, no es gracioso, así que le pediré que se retire porque yo…

  —Señora, no entiendo porque se está molestando —interrumpió Ellen.

  Aquella mujer la miró a los ojos cristalinos y verdes. Quería decir algo.

  Agregó:

  —Solo dígame. Realmente estoy preocupada por él.

  La señora parecía creerle. Ellen denotaba un dejo de honestidad y verdadera preocupación. Finalmente, la mujer tomó una bocanada de aire profundo y permaneció en silencio hasta que finalmente dijo:

  —Mi hijo Larion murió en un accidente junto a su padre —respondió ella, y la sangre de Ellen se le fue hasta los pies—. Eso… hace 21 años…

  Al principio, esa última frase no entró bien a la mente de Ellen.

  La dueña del local sacó su teléfono y le mostró la foto de su hijo.

  —Aquí él tenía cuatro años… dos meses después, bueno… ya sabe.

  Esto no podía estar pasando.

  —Por favor dígame, ¿Por qué lo pregunta? ¿Cómo es que sabe el nombre de mi hijo?

  Ellen no había visto a la señora a los ojos por un pequeño momento. Se volvió a ella y respondió:

  —Olvídelo, no debí preguntar.