LA CRIPTA
Capitulo #6: La Cripta (Parte 1)
—Ese libro le pertenecía a mi amigo Derrick. Cuenta la historia de una cripta construida en el siglo XVIII por un arquitecto relacionado directamente con el gabinete de asuntos no comunes de investigación privada, anteriormente llamado simplemente "instituto de investigación mundial"— Sigmud le contaba a los jóvenes que lo despertaron del profundo sueño, en referencia al libro que Benedict sostenía en su mano.
—¿De que tipo de cripta trata?—preguntó Benedict intrigado.
—Oh... una realmente terrible—Sigmud tartamudeó— Allí yacen los cadáveres de quienes construyeron la historia.
—¿Construir la historia? ¿Se refiere a presidentes o grandes investigadores?—fue lo primero que Fred pensó.
—Por supuesto que no. Son personas que llevaron oscuros secretos a sus tumbas. Personalmente, siempre que leo ese libro imagino que esos secretos son los que construyeron nuestra realidad. Ignorarlos, mejor dicho, es lo que le da forma a nuestro mundo.
Los dos investigadores sintieron un leve escalofrió al mismo tiempo. Nadie sabía que decir. Sigmud notó eso, así que decidió cortar la innecesaria tensión: —Al menos eso es lo que yo imagino. Después de todo... no deja de ser una historia ficticia escrita por un autor de gran imaginación—el hombre rió levemente.
—¿U-Usted leyó la página numero...—Fred fue interrumpido por su compañero con un notorio golpecito en la cintura. Fred reaccionó con una confundida mirada discreta hacia él.
—De acuerdo, señor Van Strike, muchas gracias. Nosotros lo devolveremos al estante de donde lo sacamos—Benedict agradeció sonriendo en un intento de cerrar la conversación. La reacción de Sigmud no fue la esperada:
—¿C-Cómo que devolverlo al estante?—su cara se transformó. Un repentino cambio de actitud.
—Me refiero al estante de la habitación donde asesinaron a Derrick—respondió Benedict algo confundido.
—Ese libro... ¿lo encontraron en mi casa?—preguntó Sigmud, que ya no parecía tenerle tanto aprecio al libro, con una cara de completo desentendimiento y unos ojos bien abiertos.
Benedict, nuevamente, decidió no continuar la conversación: —Oh, mi error. Ese libro lo llevaba Derrick en su... bolso—ni siquiera estaba seguro de haber visto un bolso cerca del cadáver. Creyó que Sigmud se daría cuenta, pero la cara del hombre regresó a la pequeña sonrisa.
—¡Oh, no te preocupes! Ese Derrick...siempre tan... despistado—suspiró, como si su mente se empapara en un profundo sentimiento de tristeza una vez más. No podía evitarlo, recordó que su amigo ya no estaba.
Los investigadores simplemente decidieron dejar la sala. Benedict fue quien comenzó a caminar hacia la puerta y Fred simplemente lo siguió, sin entender realmente el motivo por el que se marchaban repentinamente, así como el intento de ocultarle información sobre el libro al viejo Van Strike. Mientras cruzaban la puerta, una persona los sorprendió ingresando a la habitación:
—¿Me buscaban?
—Oh, Ava. El señor Van Strike volvió a estar despierto—dijo Benedict.
—¡¿C-Cómo que volvió a estar despierto?! ¡¿Cuando dejó de estarlo?!—gritó la asistente.
—Fue solo un...—Fred intentó calmarla, pero la mujer pasó a través de los dos investigadores en menos de segundo, solo para sentarse al lado del dueño de la propiedad, como si su vida dependiera del bienestar del hombre—...pequeño desmayo. Olvidé que ella no estaba aquí cuando ocurrió.
Fred y Benedict continuaron su camino rumbo al pasillo, fuera de la habitación. Fue entonces cuando el pelirrojo finalmente preguntó:
—¿Qué fue eso? ¿Por qué no me dejaste mencionar la página veintiuno?
—Porque Van Strike no quiere tener vínculo con el libro, eso fue fácil de entender. Él es solo un anciano multimillonario. Recuerdo haber leído que ayudó al departamento a nacer. Lo último que quiero es que su salud vuelva a correr peligro.
—P-Pero podría darnos información. Al parecer ni siquiera esperaba que el libro estuviera aquí—comentó extrañado Fred.
—Ya nos dijo suficiente. Lo leeré completo yo mismo—afirmó Benedict totalmente seguro de sus palabras. Su compañero lo observó fijamente tras esas repentinas palabras.
—Oye, si quieres tomarte un descanso de todo esto, puedes-
—¡Detente!—gritó Benedict apretando el libro con fuerza e interrumpiendo— No necesito ningun descanso. Haré mí trabajo—Benedict se veía decidido.
"No deberías estar tan motivado por investigar tal atrocidad. Algo tan escalofriante no debería ser un punto de motivación, Benedict" pensó Fred. Le hubiera encantado decírselo, pero algo no le permitió transformar el pensamiento en palabras. Se quedó callado, observó a su amigo y siguieron su rumbo hasta las escaleras en silencio, recorriendo ese pasillo una vez más. Para sorpresa de ambos, al llegar a la habitación en la planta superior, Theodoro y Slash estaban de regreso. Los cuatro se encontraban nuevamente en la habitación, frente a la intacta escena del crimen.
—Muchachos, su trabajo acaba aquí—Jacob Slash reveló al resto muy calmado.
—¿Cómo que acaba aquí? Nosotros ayudaremos con la pericia—insistió Benedict.
—Ustedes me ayudarán a mí y a mí paciencia regresando al departamento. Una vez obtenga mis conclusiones, recibirán un informe de mi parte para poder continuar con el caso. Vayan a descansar... Lo necesitan.
"¿Acaso insinuó que somos un dolor de cabeza?" fue lo primero que pensó Bendict. No sabía si realmente era el caso, o simplemente malinterpretó a Slash por el cierto odio que le tenía acumulado. Ante la duda, no dijo nada, y aunque Theodoro también tenía una cara de desencanto, la de Fred era de alivio. Él era el que peor la estaba pasando de los tres. Finalmente, los novatos regresaron al departamento.
Una vez allí, tras cruzar la puerta principal en silencio, no pudieron evitar notar la cantidad tan grande de personal deambulando por la sala principal y bajando y subiendo las escaleras. Diferencia notable entre ese paisaje y el de la mañana antes de ir a la casa de Van Strike. Parecía el fin del mundo.
Los tres cambiaron sus ropas a unas más cómodas, sin dejar pasar la oportunidad de suspirar y pensar una y otra vez sobre todo lo ocurrido en una conversación con ellos mismos. Tenían un pequeño descanso. Se reunieron en la biblioteca en una pequeña mesa en una solitaria esquina de la habitación en donde habían quedado para reunirse. Había bastante gente, todo el departamento parecía más concurrido de lo normal, aunque en la biblioteca siempre hay mucha gente ya que es la principal fuente de información gratuita para los empleados del departamento.
Una vez los tres tomaron asiento, era hora de decidir que hacer a continuación. El libro también estaba presente y sobre la mesa escuchando la conversación entre susurros:
—¿Creen que debemos decirle a Jacob sobre el libro?
—¡Claro que no, Fred!—Theodoro le respondió al pelirrojo al instante.
—Estoy con Theodoro. Es claro que Slash sabe cosas que nosotros no, por eso dejó la casa de Van Strike sin aviso—Benedict se expresó—Si no nos dijo por qué visitó tan repentinamente al director general, es porque planea mantener la verdad del caso lejos de nosotros.
—P-Pero... ¿Tú crees que el conoce la verdad incluso sin saber de la existencia del libro?—Fred preguntó sin creerlo.
—No tengo dudas. De lo que también estoy seguro...—Benedict se acercó a ellos aún más—...es que si no puede revelarnos la verdad, entonces la historia de Van Strike puede ser cierta.
Theodoro reaccionó de inmediato: —Eso... Tiene sentido. Según Van Strike, La Cripta atesora almas de fallecidos que llevaron grandes secretos sobre la humanidad a la tumba, por lo que, si esa cripta realmente existe y el investigador superior Slash y el director general Lookbought conocen algún secreto vinculado a ella y al caso de hoy, ambos deberían ser incapaces de revelarlo al resto.
—Oigan, oigan—Fred se impacientó—¿No creen que están yendo demasiado lejos? Están suponiendo que un tonto cuento es cierto y además acusan a dos grandes investigadores privados de conocer secretos oscuros sobre la humanidad y esconderlos al resto...
—Suena alocado, eso no te lo voy a negar—Benedict le dio la razón—…pero creo que las respuestas a nuestras teorías se encuentran en un solo lugar...
Los tres dirigieron su mirada al mismo sitio, como si alguien los controlara con control remoto al mismo tiempo. Fue automático y agresivo:
—¡En el libro!—dijeron a la vez con sus ojos sobre el libro que yacía en la mesa y sus mentes sobre la posibilidad de descubrir algo que parecía ir más allá de su comprensión.
—Lo leeré completo comenzando hoy mismo—afirmó Benedict.
—Contamos contigo—alentó Fred.
—Mas te vale mantenernos al tanto. La Cripta... es un verdadero misterio—susurró Theodoro.
Justo cuando se estaban levantando para regresar a la sala principal tras haber dado por finalizada la conversación, alguien se cruzó en su camino voluntariamente. Fue en un instante. Una persona que los tres reconocieron apenas lo vieron y no sabían hacía cuánto tiempo estaba allí parada. Los tres jurarían que no se encontraba allí hacía dos segundos. ¿Cómo llegó allí? ¿Cuándo? ¿Escuchó la conversación?¿Cuanto de ella?.
Se quedaron de piedra cuando contemplaron el rostro de una persona sin ningún tipo de expresión facial y que no se suponía que debiera estar allí. Sus pensamientos y movimientos se anularon...
—Creo que conozco ese libro...—dijo con calma el director general.