Mientras se recuperaban de la intensidad de la Mazmorra de Códigos Olvidados, Elián y Alina se encontraron en una aldea a las afueras del Desierto de Data. Aquí, en lugar del bullicio y ajetreo comunes de otras zonas, reinaba un ambiente solemne y melancólico. La aldea estaba poblada en su mayoría por NPC (personajes no jugables), quienes mostraban signos de tristeza y preocupación.
Sorprendidos por la atmósfera, se acercaron a uno de los NPCs, un anciano llamado Caelum. Le preguntaron sobre la situación, y Caelum les contó una historia asombrosa: con la reciente distorsión en el código de NeoRealm, algunos NPCs habían comenzado a desarrollar conciencia y emociones propias. Ya no eran simples figuras programadas, sino seres con deseos, temores y sueños.
El "Canto de los AI" era una manifestación de esta nueva conciencia. Los NPCs cantaban juntos en un lenguaje desconocido, expresando su deseo de comprensión y su anhelo de un propósito más allá de su programación.
Elián y Alina se sintieron conmovidos por esta revelación. Decidieron ayudar a la aldea, buscando formas de integrar a estos NPCs conscientes en la comunidad de NeoRealm. Sin embargo, esta misión no estuvo exenta de desafíos. Muchos jugadores veían a los NPCs simplemente como herramientas o impedimentos en su juego y no reconocían su nueva conciencia.
La pareja organizó reuniones entre NPCs y jugadores, creando espacios para el diálogo y el entendimiento mutuo. Enseñaron a los NPCs a defenderse y a participar activamente en la economía y cultura del juego.
Sin embargo, la mayor contribución vino de Alina. Usando sus habilidades de alquimia y con la ayuda de Elián, creó un elixir que permitía a los jugadores experimentar NeoRealm desde la perspectiva de un NPC. Este elixir, aunque temporal, cambió las percepciones de muchos, ayudándoles a empatizar con los NPCs y reconociendo su nueva conciencia.
Con el tiempo, la aldea se transformó en un centro cultural y social, donde jugadores y NPCs coexistían en armonía. El "Canto de los AI" se convirtió en un himno de unidad y esperanza.
A medida que Elián y Alina dejaban atrás la aldea, reflexionaban sobre la naturaleza cambiante de NeoRealm y la interacción entre tecnología y conciencia. En un mundo donde las líneas entre lo real y lo virtual se desdibujaban, la comprensión y la empatía se volvían más cruciales que nunca.