Cada anochecer, me sumerjo en el sueño, un sueño etéreo que parece surgir desde las profundidades insondables del cosmos.

En este sueño, me encuentro en medio de un universo fracturado, una infinidad de escombros espaciales sin final a la vista. Un entorno caótico y desordenado, como si fuera el reflejo de una mente desquiciada.

Sobre una estrella inmóvil, un dragón de tono gris plateado se recuesta, cuyas escamas parecen estar compuestas de un cúmulo de deformes y rotas alas de carne, cuyo roce suena como el susurro de los muertos.

Aparece un ente informe, un monstruo gusano de tamaño indescriptible, un conglomerado de gusanos que mutan de forma. De su interior, un rostro humano con ojos verdes aparece, como si estuviese atrapado en este infierno de carne.

Surge entonces un titán con cabeza de pulpo, cuerpo de hombre y una putrefacta ala de murciélago en su espalda, nadando entre las estrellas como un pecado cósmico.

Además, existe otra entidad, tan abstrusa que resulta imposible de describir o comprender, una pesadilla viviente que transmite una sensación absolutamente desconocida, indiscutible, incomprensible e inconcebible.

Lo acompañan criaturas sin forma, invisibles e infinitas, sosteniendo varios instrumentos musicales que ejecutan movimientos silenciosos, una sinfonía muda en la infinitud del cosmos.

El horror. Lo extraño. El terror. Lo incomprensible.

Lo más extraño de todo esto es que en el sueño, yo, Howard, no siento temor. Debería aterrorizarme, pero sencillamente, no lo hago. Incluso percibo que todo lo que está ante mí es tan sublime y armonioso, un terror que trasciende la belleza.

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Nos encontramos en el Imperio de la Federación Estelar, en la provincia de Atlas, más específicamente en una urbe industrial costera conocida como Jano.

Este lugar es mundialmente famoso por su vasta economía marítima e industrial, un epicentro tecnológico y automovilístico.

Aproximándose a las tres de la madrugada, en un callejón al oeste de la ciudad, se encuentra una tienda abierta las 24 horas que vende todo tipo de objetos, tanto útiles como inútiles, libros, chatarra y antigüedades, muchas de ellas falsas.

Un hombre se encuentra en una mecedora en la entrada de la tienda, su vista perdida en las desiertas calles. Suspira y murmura: "¿Por qué cada día el negocio empeora?"

"El mes pasado al menos obtuve suficiente para cubrir las facturas de los servicios públicos... Pero este mes ni siquiera eso. Tendré que decidir entre pagar el gas o el internet si no logro vender algo en los próximos cinco días, ¡antes de que me corten los servicios!"

Howard es el propietario de esta tienda, la "Stark Store", un legado de sus fallecidos padres.

En los días dorados, cuando la tienda se encontraba al cuidado de sus padres, el negocio florecía. Sin embargo, desde que Howard asumió, el negocio ha decaído de manera inexplicable.

Al principio lograba cubrir sus necesidades básicas, pero gradualmente todo fue empeorando hasta llegar a la penosa situación actual.

A medida que Howard se integró en la tienda, el sentido de existencia de la misma fue desvaneciéndose hasta volverse prácticamente inexistente.

Los recuerdos de la gente acerca de la tienda Stark, donde podían encontrar artículos tanto útiles como interesantes, comenzaron a desaparecer. Lentamente la gente dejó de recordar su existencia, a pesar de estar ubicada cerca del parque de la ciudad.

Pero a pesar de esto, los vecinos cercanos están muy familiarizados con Howard, se saludan a diario con sonrisas cálidas y abrazos paternales.

Afortunadamente, la tienda es suya. No tiene gastos extraordinarios, y puede mantenerse escribiendo novelas web en su tiempo libre, el cual tiene de sobra ya que casi no hay clientes.

En el Imperio de la Federación Estelar, existen subsidios y políticas que brindan fuerte apoyo a los jóvenes universitarios que están empezando o manejando un negocio, y con estos, Howard logra sobrevivir de manera pacífica.

Pero la ausencia de clientes deja a Howard con una herida en el alma.

Mientras baja la persiana, se da la vuelta y observa su tienda. Es un lugar modesto, de apenas 40 metros cuadrados. Hay un viejo mostrador en la entrada, junto a una caja registradora antigua y una computadora.

Detrás del mostrador, en la ventana, hay un cuadro que parece ser un retrato familiar. Pero el marco es tan antiguo que las fotos se han vuelto amarillas y borrosas, dificultando su visión.

Más allá del mostrador, vitrinas organizadas con productos. Aun más atrás, estanterías que contienen diferentes libros y objetos.

"No hay clientes. De alguna manera, este mes, debo vender algo..." piensa Howard. "¡De lo contrario, seré un fracaso completo!"

De repente, su teléfono móvil se desliza de sus manos y cae al suelo. Howard se agacha para recogerlo y su cabeza golpea algo debajo del mostrador.

Un objeto gris cae frente a Howard. Es una esfera del tamaño de una mano. Parece ser de madera, con una pintura indescriptible en la superficie, que le da una apariencia un tanto extraña.

"¿Lo habrán dejado mis padres aquí? ¿O tal vez mi tía?", se pregunta Howard mientras sostiene la esfera.

Mientras la gira suavemente, nota que las pupilas que parecen ojos cerrados en la esfera comienzan a abrirse lentamente.

De repente, un cuchillo extremadamente afilado sobresale del interior de la esfera y, con un golpe, corta los dedos de Howard, le quita una gota de sangre y luego se vuelve a retraer.

"¡Oh!", grita Howard de dolor, se apresura a tomar sus manos y soplar.

Pero la esfera, cuando no hay nada malo, de repente se vuelve más ligera, como si estuviera a punto de volar, y luego cae al suelo. Y con un "pop", un trozo de papel amarillo de un material desconocido salió volando de la esfera y se pegó a la mano de Howard.

Howard mira el papel amarillo pegado en su mano, ve un mensaje indescifrable escrito en él. Aunque no entiende el significado del mensaje, lo lee en voz alta: "Aquel ser dormido despertará de su sueño y con ello nuestro mundo se acabará. ¡Oh Dios omnipotente, despierta ya!"

Sintiendo un escalofrío recorrer su espina dorsal, Howard observa la esfera caída en el suelo, con miedo. Después de todo, no está claro qué es este objeto, y la frase en el papel es extremadamente ominosa.

Sin embargo, como si su miedo fuera solo un fantasma, Howard se despierta del sueño, pero el mundo oscurece y una pesada sensación de letargo invade su mente.

Por un momento parece que todo se vuelve lento. Sin saber por qué, se siente cansado, y deja la esfera a un lado, decide seguir jugando en su teléfono móvil y se olvida del misterioso objeto.

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Por favor espero que apoyen esta historia ya que me esforcé mucho disfrútenla.