El cielo de la ciudad fue de un color naranja obscuro que cubrió a media ciudad.
Ese dÃa, el dÃa que marcarÃa un antes y un después en la vida de mi yo del pasado.
La vez que por primera vez me sentà viva, como si algo dentro de mà gritara de felicidad.
Los gritos sordos de miedo y la gente corriendo detrás de mà señalaba una cosa que nadie podrÃa olvidar.
Delante de mÃ, a lo lejos de mi casa, en donde yo siempre estarÃa segura, se podÃa ver un cielo nocturno siendo conquistado por el naranja amarillento caracterÃstico de los incendios.
La distancia, el ángulo, y la calma contaminada con suaves lamentos me dio un paisaje como común de ver, que afortunada fui de no haberme dormido temprano ese dÃa.
Era un edificio de 14 pisos, con las ventanas destruidas y fuego saliendo de estas, todo el rÃo ya habÃa sido contaminada y ahogando por la ceniza que atrapó a las pobres almas que no podÃan moverse de ahÃ.
Por un momento, la iluminación, el sonido de las ambulancias y de las patrullas del lugar crearon un lugar de ensueño.
Destrucción, uno de los errores de la humanidad, con luchas de por medio sin valor alguno, y victorias sin ganador verdadero.
Esto era hermoso, las acciones de un ignorante lograron crear tal paisaje, esa persona serÃa capaz de crear obras de arte como esta en un futuro no muy lejano.