La noche caía sobre el Reino de Joseon, envolviéndolo en un manto de silencio. Hae soo, una dama de la corte, se sentía inquieta en su habitación. Durante semanas, había estado atormentada por pensamientos que la impulsaban hacia una decisión crucial que cambiaría su destino de maneras inimaginables.
Hae soo no era una figura común en la corte de Joseon. Había sido transportada misteriosamente desde el futuro, un lugar distante y tecnológicamente avanzado, a esta época que parecía haber retrocedido en el tiempo. Su conocimiento de la historia de Joseon la angustiaba, especialmente por el destino que aguardaba al príncipe heredero Sado, destinado a una muerte trágica que conmovería a todo el reino. A pesar de los horrores que el príncipe cometería en su tiempo, Hae soo no podía evitar sentir compasión por él.
Con determinación, Hae soo sacó un pequeño objeto de su vestido, un artefacto misterioso que la había llevado al pasado. El objeto brilló con un resplandor tenue antes de transportarla a través de las eras. Cuando sus pies tocaron tierra, comprendió que había llegado al Joseon histórico que conocía por los libros de historia.
Se encontraba en un mundo desconocido, rodeada de majestuosos edificios y jardines exquisitos. La corte real estaba viva con intrigas y conspiraciones, una danza mortal en la que Hae soo debía aprender a moverse con astucia y cautela para sobrevivir.
A medida que exploraba este nuevo entorno, los rostros de la nobleza y la realeza se volvían difusos, excepto uno: el príncipe heredero Sado. Era un hombre atormentado, con ojos que reflejaban el peso de sus culpas y el destino trágico que le aguardaba. Hae soo no pudo evitar sentir una mezcla de compasión y temor al verlo desde la distancia.
El destino urdía sus hilos invisibles cuando, en un encuentro completamente fortuito, chocaron en un pasillo oscuro del palacio. Hae soo cayó hacia atrás, pero antes de que sus manos tocaran el suelo, los fuertes brazos del príncipe la atraparon, evitando su caída completa. Sus miradas se encontraron en medio de la sorpresa y el desconcierto.
Hae soo se encontraba cara a cara con el príncipe heredero Sado, un hombre cuyo futuro oscuro estaba grabado en los anales de la historia. Su corazón latía desbocado mientras contemplaba los ojos tristes y profundos del príncipe.
En ese momento, el tiempo pareció detenerse para ambos. Dos almas de diferentes épocas se encontraron en un instante mágico y fugaz que cambiaría el curso de sus vidas de manera inimaginable.
Hae soo se dio cuenta de que estaba atrapada en una encrucijada entre el pasado y el futuro, entre un príncipe condenado y un destino incierto. Lo que vendría después sería una historia épica de amor, sacrificio y la lucha contra un destino inquebrantable que cambiaría el rumbo de Joseon y sus corazones para siempre.
En ese momento, en medio de la oscuridad y el silencio, Hae soo y el príncipe Sado se sumergieron en un mundo de secretos, intrigas y pasiones inesperadas. Sus vidas estaban entrelazadas de una manera que ni el tiempo ni el destino podrían separar fácilmente.