Adrián entendió que, si algún día obtuviera alguna gracia, estaría en esta lista de clasificación, incluso cuando la miro más detalladamente, pudo ver que estaba el nombre del hermano Tunchi, quien ocupaba el puesto 27, con un numero de 350 gracias conseguidas.
No era un numero pequeño, pero para el primer lugar aún estaba lejos, todos lo hacían por los puntos, otros para conseguir gracia, y algunos por las recompensas aleatorias.
Era difícil saber si algún día alguien conseguiría saber si existía tal legado del que se hablaba.
Adrián empezó a buscar una estatua, el método para entrar era fácil, simplemente debía tocar la cabeza de uno e inyectar su sentido divino en él, al momento de hacerlo, seria introducido a un mundo diferente.
Adrián sabía que las estatuas de hierro eran la mejor para empezar, por lo cual no dudo mucho y encontró una, no había una clasificación para saber cuan peligroso seria la misión, lo único que sabían es que mientras la estatua estuviera más cerca de la estatua de color negro, más difícil y complicada seria la misión.
Era algo estándar que fue creado después de cientos de años de experimentación.
Cuando se acercó a una estatua lejana, de pronto el suelo se sacudió y una sombra se movió a una velocidad impresionante, apareciendo atrás de Adrián, lo cual lo puso inmediatamente en guardia, lanzo un golpe rápidamente, el cual fue detenido por una mano.
El suelo se estremeció cuando ambos chocaron, provocando que todos regresaron a mirarlo.
"Hey, hey, puedes lastimar a alguien así sabes" – Su golpe fue detenido fácilmente. El que apareció fue el hermano Tunchi el cual tenía una sonrisa en su rostro, y quien parecía un gigante con un cuerpo escultural.
Adrián retiro su puño, esta vez sintió como si le hubiera lanzado un golpe a una placa de metal, podía notar que había un cambio sustancial en el hermano Tunchi, incluso su aura era más fuerte que antes.
Sin embargo, no noto ningún tipo de hostilidad.
"¿Desea algo el hermano mayor Tunchi?" – Pregunto Adrián, como era un mayor de la Iglesia tenía que ser respetuoso.
El hermano Tunchi asintió.
"Ese puñetazo no está mal, pero si realmente quieres probar tu fuerza debes entrar en las estatuas de hierro por debajo del número 950, si no solo será una pérdida de tiempo" – Dijo el Hermano Tunchi.
Sus palabras parecían muy ostentosas, pero no parecían contener ningún capricho, simplemente parecía estar dando un consejo.
Adrián entendía el mensaje, la estatua que iba a elegir era una que estaba por encima del número 980, no parecía que hubiera una clasificación general para las estatuas aparte de la que ya conocía, pero si el hermano Tunchi lo decía, entonces debía ser por algo.
"¿Existe alguna clasificación?" – Fue una pregunta que quería hacer, conocer un poco más de las estatuas, después de todo su conocimiento seguía siendo superficial.
El hermano Tunchi señalo su dedo hacia las cien estatuas del último.
"Desde la primera estatua hasta la centésima está prohibido su entrada a menos de que desees morir, o seas alguien con un cultivo tan alto como el cielo mismo, después de la centésima estatua hasta la última puedes entrar a cualquiera, solo que mientras más cerca este la estatua de la primera, más difícil será el desafío, todos se adaptan a tu nivel de cultivo, pero mientras más bajo estes, mejores serán los beneficios, o si eres alguien que busca el legado puedes comenzar el camino que todos eligieron, un camino que llevo a esos tontos a la nada, yo conseguí mis gracias solo por casualidad" – Después de decir tales palabras, el hermano Tunchi le dio unas palmadas en la espalda a Adrián, antes de apartase y despedirse.
Todos estos desafíos eran diferentes para cada uno, Adrián sabía que no lo entendería completamente a menos que entrara a alguno.
Por lo cual luego de decidirse escogió la estatua número 945, inyecto su sentido divino, y en otro instante desapareció de aquel lugar.
Las estatuas contenían mundos enteros y completos dentro de cada uno de ellos, mundos llenos de vida, los cuales parecían escapar de la percepción de todos los cultivadores, preguntándose.
¿Cómo gente tan poderosa pudo haber sido derrotada?
Aunque la respuesta era un poco más sencilla de lo que parecía.
Eso era porque tuvieron la mala suerte de haber nacido al mismo tiempo que el Soberano Motzu.
El cuerpo de Adrián fue transportado a un cielo oscuro, todo estaba pasando rápidamente a través de su mirada, era como mirar pasar cientos de estrellas a su alrededor en un solo instante, como si estuviera entrando a otra dimensión.
De pronto una voz entro a su cabeza.
"Mundo terrenal, misión, Destruye al General y al enemigo"
"Duración cinco días"
"Recompensa: Píldora purificadora de meridianos de alto nivel, 100 puntos"
Fue una voz antigua la cual dijo tales palabras, de pronto se detuvo y como si hubiera transportado a un lugar diferente, apareció en una pradera, sin poder abrir sus ojos.
Fue como si siempre hubiera estado en ese lugar, todo a su alrededor se volvió tan claro como el día, sin embargo, el cielo estaba oscuro, la tierra era negra, había miles de cadáveres en el suelo.
Cuando vio todo a su alrededor, vio a cientos de miles de tropas los cuales caminaban hacia adelante, incluso poco a poco empezó a llover.
Un señor montado en un caballo de pronto se detuvo y miro a todos, sus ojos eran firme, su mirada heroica, y su armadura feroz.
"¡PRONTO LLEGAREMOS A NUESTRA MISION, TODAS LAS TROPAS SIGAN MI RITMO, NO PODEMOS DEJAR QUE ESOS DEMONIOS SE ESCAPEN, ¡LUCHAREMOS Y CAEREMOS COMO UNO SOLO! ¡POR LA GLORIA DEL EMPERADOR!"
"¡POR LA GLORIA DEL EMPERADOR!"
Cientos de voces se escucharon al unisonó, Adrián estaba entre toda esta multitud, sosteniendo una lanza y un escudo, parecía que estaba entre medio de una caballería, todas estas auras feroces, parecían que no se rendirían hasta lograr su objetivo.
Nadie hablaba todos estaban muy callados.
Pronto llegaron a una nueva colina, y vieron al fondo al igual que ellos, un vasto ejercito demoniaco.
El cuál iba comandado por un ser con alas en su espalda, se veía muy repulsivo, mientras con su dedo apuntaba hacia los ejércitos humanos.
Al ver esto el general montado en su caballo negro se dio la vuelta y grito.
"¡LA GUERRA NOS LLAMA, VAYAN Y BUSQUEN UNA HONORABLE MUERTE!"
Al decir esas palabras, un grito de guerra salió de la boca de todos, al instante empezaron a correr con una sed de sangre insaciable, varias trompetas de guerra sonaron al unisonó, y miles de hombres en las primeras filas salieron hacia el frente.
Del otro lado el ejército de demonios también un grito espectral resonó en el cielo, mientras cientos de criaturas volaban y otras corrían hacia lo que ellos creían que eran presas.
Adrián acompañaba al ejercito en la primera fila.
Quizás nadie podía ver lo que el estaba viendo, pero al mirar hacia atrás, por alguna razón también pudo ver que el general se reía mientras mandaba a todos estos hombres, mientras otros se quedaban y solo miraban desde la segunda línea.
Adrián había asumido el puesto de un militar en este ejército.
Aun no sabia que estaba sucediendo, pero estaban yendo hacia la batalla acompañado con cientos de miles de hombres a su alrededor.
Del lado de los demonios, cientos de ellos empezaron a avanzar algunos tenían cuatro patas con un torso gigantes y cuernos en su cabeza, otros eran seres de un solo ojo y cargaban un garrote gigantesco, en el cielo seres con alas caían hacia el suelo arrancándoles la cabeza a uno que otro militar.
Adrián no sentía nada por estos caídos, no eran amigos ni conocidos, era como si nunca los hubiera visto.
Adrián nunca había manejado una lanza, solo había tenido siempre su pequeña daga, y esa espada de madera.
Ante esos pensamientos, un demonio salto hacia Adrián, sus garras se abrieron como afiladas espadas y cayeron sobre él.
Adrián no sabia nada sobre como manejar su lanza, pero tenia toda la fuerza de su cultivo. Por lo cual dio una pequeña estocada hacia el demonio.
"¡ESA PEQUEÑA LANZA NO TE SERVIRA PARA NADA HUMA…!!" – Esa estocada parecía lenta, pero llevaba toda la fuerza física de Adrián, ante un demonio con un poderoso cultivo no serviría de nada, pero ante este demonio que solo era mas fuerte que un mortal, esta pequeña estocada fue como una montaña.
La cual lo golpeo y lo hizo explotar en el aire.
El campo de batalla era tan grande que lo que hizo Adrián paso desapercibido para todos, incluso para los demonios, por lo cual ver que no había nadie atacando a Adrián, otro demonio se abalanzo.
Otra estocada fue lanzada.
La punta llego al torso del demonio antes de que este explotara.
Quizás el segundo también pasaría desapercibido, hasta que varios demonios mas se lanzaron contra Adrián, siempre era una estocada, incluso contra varios fue como si no se hubiera movido, y solo paso por ellos, y esto los hizo explotar en una burbuja de sangre.
Ante todas estas muertes.
La gente se estaba poco a poco dando cuenta incluso los demonios, quienes, al ver tanta matanza de un golpe, incluso ellos fueron sacudidos.
"No hay nada interesante en matar mortales" – Dijo Adrián, pensaba que todas las misiones se acoplarían a su fuerza como dijo el hermano Tunchi, sin embargo, aunque Adrián no se daba cuenta, esos demonios estaban en el cuarto nivel de la condensación del Qi, sin embargo, la fuerza de Adrián había superado ese nivel hace mucho, por lo cual no había mucha diferencia.
Las misiones se acoplaban a la fuerza del portador incluso si esta estaba ocultándola, pero Adrián nunca lo oculto, realmente estaba en el cuarto nivel de la condensación del Qi, solo que era un poco diferente de los demás.
Al ver esta demostración de fuerza de pronto todo el campo de batalla se quedo en completo silencio, los demonios también se sacudieron, y empezaron a dar un paso hacia atrás.
Hasta que uno de esos demonios gigantescos con un garrote en sus brazos se acercó hacia Adrián.
"¡Como puede asustarnos una basura como esta!" – Dijo el Gigante de un solo ojo levantando su mazo hacia arriba y tirándola hacia abajo con toda su fuerza, parecía que el piso se rompería con toda esa fuerza que soltaba.
Pero Adrián simplemente movió su lanza lanzando otra estocada.
La fuerza que soltó hizo que la punta de la lanza rompiera por completo el garrote de madera del gigante de un solo ojo.
"¡Imposib…!" – Antes de terminar su frase, la punta de la lanza atravesó su cabeza.
Al ver esto todo el ejercito en la primera línea quedo conmocionado al igual que los demonios.
"¿Quién es ese?"
"¿Es Tou Mu, pensé que ya había muerto?"
"¿Cómo es que tiene tanta fuerza, antes era un debilucho?"
Muchas palabras fueron soltadas en medio de esta guerra, sin embargo, a Adrián no le importaba, tenía cinco días para terminar la misión, viendo el grueso de este ejercito demoniaco, un cultivador normal no podría abrirse paso en cinco días, tendría que usar todas sus cartas de triunfo, además de que el objetivo era el general demoniaco, el cual parecía un gigante sentado mirando todo desde su trono hecho de huesos, Adrián logro verlo, no necesitaba perder tiempo.
Por lo cual, en ese momento, salió rápidamente como una flecha hacia adelante.
Todo aquel demonio que se acercaba explotaba en pedazos, muy pronto todos se dieron cuenta lo que Adrián trataba de hacer.
"¡Está yendo hacia nuestro general!"
"¡Mátenlo, no dejen que llegue!"
Los demonios gritaron, varios gritos y aullidos se oyeron por todo el cielo y la tierra, los demonios en el cielo todos dejaron al ejército humano atrás y se dirigieron hacia una persona, hacia Adrián.
Adrián podría haber ideado planes en contra de este ejército, pero su fuerza bastaba para que todo lo que pensaba saliera a la perfección.
En medio de este huracán, Adrián movió sus manos hacia su sombra.
"Aparezcan" – En ese momento 3 figuras salieron de su sombra, eran dos seres de niebla y un demonio.
Adrián aun estaba en guardia contra este demonio, sin embargo, le había protegido durante su enfrentamiento contra el Hermano Tunchi, por lo cual podía confiar un poco en ella.
"Demuéstrame tu lealtad" – Dijo Adrián ante el demonio, el cual inmediatamente asintió.
Los seres hechos de niebla salieron y empezaron a devorar a todo el ejército demoniaco.
El ser demoniaco era muy fuerte para este mundo, por lo cual con solo verlos algunos demonios explotaba, a la vez que empezaba a drenar su energía.
Adrián avanzo dando estocada con estocada aplastando a cientos en un instante.
Pronto todo había cambiado, la primera línea del ejercito humano el cual estaba solo para desgastar a los demonios, ahora se había convertido en una espada que cortaba hacia los demonios.
El general y los militares no sabían que estaba pasando, simplemente no podían creer lo que veían.
"¿Qué es lo que ven mis ojos?"
"Realmente quien es ese sujeto"
Muchas preguntas empezaron a florecer en este campo de batalla.
Pero Adrián no los escucho, avanzo como una flecha, entre cientos de demonios los cuales explotaban al entrar en contacto con su lanza.