Chereads / Adrian: El Alba de la Oscuridad / Chapter 102 - Capítulo 100: Los Hilos de la Eternidad

Chapter 102 - Capítulo 100: Los Hilos de la Eternidad

La villa, un majestuoso edificio de mármol blanco, se alzaba con dignidad en uno de los barrios más ricos de Roma. Los jardines que la rodeaban estaban repletos de flores de vivos colores y fuentes que susurraban suavemente, creando un oasis de tranquilidad en medio del bullicio de la ciudad. Adrian, Clio y Lysandra, desde su posición elevada, observaban la vida de la ciudad desplegarse ante ellos, un espectáculo interminable de humanidad.

Adrian se paseaba por el balcón, su mirada se perdía en el horizonte, donde la ciudad se encontraba con el cielo. Aunque su piel estaba expuesta al sol, no sentía el ardor que una vez lo había atormentado. En cambio, el sol acariciaba su piel pálida con un calor suave y acogedor. Clio y Lysandra, sin embargo, se mantenían en las sombras, observando a su amo con una mezcla de admiración y cautela.

En la biblioteca de la villa, rodeados de pergaminos y textos antiguos, Adrian rompió el silencio que había envuelto la habitación. "Roma es fascinante, ¿no les parece?", comentó, su voz tranquila y reflexiva. "Es como un ser vivo, con su propio pulso y energía. Es interesante observar y entender su ritmo para asegurarnos de que nunca nos perdamos en las sombras que, inevitablemente, vendrán."

Clio y Lysandra asintieron, sus ojos reflejando la luz de las llamas que danzaban en la chimenea. Aunque habían encontrado un momento de paz en esta ciudad, eran plenamente conscientes de que la eternidad era larga y las sombras del futuro siempre estaban al acecho.

Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. Los tres inmortales, desde su posición de observadores, fueron testigos de los cambios sutiles y las corrientes subterráneas que fluían a través de Roma. Mientras la ciudad continuaba su danza eterna de vida y muerte, ellos permanecían en las sombras, siempre observando, siempre esperando.

Una noche, mientras compartían una tranquila cena, Adrian miró a Clio y Lysandra y dijo: "Si desean explorar la vida nocturna de Roma, son libres de hacerlo. Aunque el sol no les sea amigable, la noche aquí es tan viva como el día."

Clio y Lysandra intercambiaron miradas, una chispa de curiosidad en sus ojos. Aunque su lealtad a Adrian era inquebrantable, la idea de mezclarse con los ciudadanos de Roma, de explorar sus vidas y sus secretos, era tentadora.

"Gracias, Amo", respondió Clio, su voz suave. "Exploraremos con cuidado y siempre con la conciencia de quiénes somos y de las sombras que llevamos con nosotros."

Y así, mientras la ciudad de Roma seguía su curso, ajena a las sombras que se movían entre ellos, Adrian, Clio y Lysandra comenzaron su nueva existencia en esta era, sus destinos entrelazados con los de la ciudad eterna, siempre observando, siempre esperando, y siempre ocultos en las sombras de la historia.

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