Li Tian, con las palabras de su maestro resonando en su mente, se movió a través de los pasillos de la Secta Dragón Celestial, su mente un torbellino de pensamientos y estrategias. La Secta, con sus imponentes estructuras y discípulos que se movían como sombras entre las antiguas edificaciones, parecía ajena a las tormentas que se gestaban en el horizonte. Pero Li Tian sabía, con una certeza que se asentaba en sus huesos, que las corrientes de cambio ya estaban fluyendo a través de su hogar.
Mientras caminaba, los discípulos se inclinaban respetuosamente, sus ojos llenos de admiración y, en algunos, un toque de envidia. Li Tian, a pesar de su estatus y habilidad, nunca había sido uno para envolverse en la pompa y circunstancia de la jerarquía de la secta. Pero ahora, con las palabras de guerra y cambio susurrando en los vientos, sabía que su posición y poder serían cruciales en los días venideros.
En los días y semanas que siguieron, Li Tian se encontró inmerso en un mundo de sombras y susurros, donde las alianzas se forjaban en secretos y las dagas se ocultaban detrás de sonrisas. La Secta Dragón Celestial, aunque poderosa, se encontraba en una posición precaria, con enemigos acechando en cada sombra.
Li Tian, con su mente aguda y ojos que veían más allá de las superficies, comenzó a tejer una red de información y poder, buscando descubrir las verdaderas fuerzas detrás de la rebelión en el norte. Sus días estaban llenos de entrenamiento y cultivación, empujando sus límites y buscando romper a través de su actual reino de cultivación, mientras que sus noches estaban envueltas en misterio y maniobra.
En una noche particularmente fría, donde la luna se escondía detrás de un manto de nubes, Li Tian se encontró con una figura encapuchada en los confines más oscuros de la secta. Sus ojos, aunque ocultos en la sombra, brillaban con una intensidad que hablaba de poder y secretos.
"Li Tian, el Heredero del Dragón Celestial," susurró la figura, su voz como el susurro de hojas secas.
Li Tian, su postura tranquila pero sus sentidos alerta, respondió con una calma calculada. "Hablas como si me conocieras, viajero de las sombras. Pero yo no tengo el placer."
La figura se movió hacia adelante, la luz de las antorchas distantes bailando en la tela de su capa. "En este mundo de sombras y luz, todos somos conocidos y desconocidos, Li Tian. Pero los tiempos están cambiando, y las alianzas de antaño pueden no ser suficientes para sobrevivir a la tormenta que se avecina."
Li Tian, su interés picado a pesar de su desconfianza, inclinó ligeramente la cabeza. "Hablas en enigmas y sombras. Si tienes algo que decir, habla claramente. Si tienes una advertencia, que sea conocida. Si tienes una amenaza, hazla y enfrenta las consecuencias."
La figura, después de un momento de silencio, reveló su rostro, la luz revelando una mujer de ojos agudos y una presencia que hablaba de un poder oculto y controlado. "Mi nombre es Lian Hua, de la Secta Loto Oscuro. Vengo con una advertencia y una oferta, Heredero del Dragón Celestial."
Li Tian, sus ojos evaluando y calculando, esperó.
Lian Hua, sus ojos reflejando la seriedad de sus palabras, habló con una voz baja pero firme. "Las sombras que se mueven detrás de la rebelión en el norte son más profundas y oscuras de lo que imaginas, Li Tian. Hay fuerzas en juego aquí que buscan más que simplemente derrocar a un imperio. Buscan desgarrar el mismo tejido de nuestro mundo, sumergir los reinos en el caos y la destrucción para que puedan reinar sobre las ruinas."
Li Tian, su mente procesando cada palabra, cada inflexión, preguntó, "¿Y qué buscas tú, Lian Hua, al traerme esta advertencia?"
Lian Hua, su mirada fija en la de Li Tian, respondió, "Alianza, Li Tian. Para enfrentar la oscuridad que se avecina, las sectas deben unirse, o todas pereceremos en las llamas del caos."