"... Y su ira romperá las estrellas en dos, y los suelos serán llenados de sangre y entrañas, y los mares se convertirán en hielo, y cuando eso pase, sabrán que habrán perdido sus almas."
(Una profecía o una advertencia).
Y yacía en el suelo, un niño jugando con sus peluches nuevos recitando las palabras de su madre, practicando las sagradas leyes de los Testigos. Como si fuera una canción infantil repetía en voz alta" Carne, Metal, Mente, Caos. ¡Oh que gozo! ¡Oh qué gozo!. Qué gozo cuando caiga la cruz sobre los eremitas pecaminosos." No fue una, ni un par, el pequeño niño se pasó toda una hora repitiendo lo mismo cientos de veces.
Carne.
Metal.
Mente.
CAOS.
Aquella verdad hacía eco en toda la cabaña, llegó hasta el segundo piso, donde una madre arrepentida miraba al cielo en busca de perdón, de redención. Ahí, tras escuchar la voz de su descendiente recitando aquellas "oraciones" se llenó de valor, tomó aquel libro con páginas de piedra y bajo lentamente, donde vio a su hijo jugar en el suelo de su hogar.
Sus pequeñas manos dejaban gentilmente sus juguetes en varias ocasiones para tomar unas pequeñas rocas de su padre con runas grabadas en ellas, y entre las cuatro piezas formaban una pirámide al ser unidas en el orden correcto. Y así pasaba la tarde aquel niño, jugando con sus juguetes, admirando las runas en las rocas y hablando con su padre.
- Padre ¿cuando seré un héroe como los de las leyendas? Padre, ¿es cierto que las Vasijas pueden ver el mundo tal y como lo vio Dios? Padre, ¿yo soy una de esas vasijas?
Quizá fue la forma en la que le preguntó a su padre lo que hizo que se riera con ternura. Lentamente se sentó en el suelo de la pequeña, vieja y cálida cabaña y colocó gentilmente a su hijo en su regazo, sus brazos inferiores lo abrazaron mientras que sus brazos superiores tomaron las rocas junto a la chimenea y empezó a admirarlas junto con su pequeño. Sarah, la madre, quien observaba silenciosamente salió despacio de la cabaña y se sentó en una pequeña silla en el pórtico.
-Tienes muchas preguntas, y muchas energías para tu tamaño. Je, me recuerdas a mi hermano cuando nació.
-Padre… - Raham posó su cara sobre el antebrazo de su padre con cariño y susurro su pregunta mientras tocaba con curiosidad las manos que lo cuidaban - porque yo no me parezco a ti?
-Tu… es mejor que no te veas como un Montus, somos muy feos y tenemos grandes dientes amarillos que asustan a los niños - Dijo Roveth con ternura a su cría
Los ojos de su hijo Raham se cruzaron con los de él, tenía la mirada de su madre, sus ojos marrones y sin bioluminiscencia estaban llenos de curiosidad y confusión. No importaba cuántas veces se lo dijera o cómo lo decía, él niño no dejaba de verse bajo los brazos preguntándose si algún día otro par extra brotará como plantas y así podría ser igual que los demás niños en la aldea.
Sin saber qué más decir Roveth besó la cabeza de su pequeño y se levantó del suelo. Raham le siguió alegre al ver que su padre iba hacia fuera de la cabaña, el sol estaba por ocultarse.
Sarah, quien estuvo todo ese tiempo en el pórtico viendo pasar el tiempo con una pequeña criatura en sus piernas, vio a ambos salir; Jonathan, el pequeño reptil que estaba con Sarah se abalanzó sobre el jovencito y comenzó a chillar mientras torpemente le mordisqueaba las manos que lo alejaban, entre risas la rubia logró calmar a la mini bestia con una simple orden.
Pero sin darse cuenta, su hijo la miró con enfado de nuevo detrás de los pies de él Montus con quien ella se casó.
Intentó decirle algo a su hijo claramente molesto, pero un nudo apareció repentinamente en su garganta y lo único que pudo hacer fue levantarse de la silla en la que estaba y comenzar a caminar directo a una pequeña colina que estaba justo frente a su pequeño hogar.
Sarah tomó una de las manos de Roveth mientras veían a su hijo correr detrás de su mascota Jonathan que seguía haciendo un pequeño chillido en señal de alegría mientras saltaba sobre el amarillento pastizal con gran energía.
Al ver tan lejos a su hijo, ella no pudo evitar soltar un par de lágrimas, la culpa invadía su corazón y sollozando recargó su cabeza en uno de los hombros de su esposo que al igual que ella sentía una profunda tristeza.
Como pudo, alzó la voz para llamar a Raham antes de irse, esa sería la última vez que vería a su hijo, y quería decirle todo, quería explicarle porque ya no se volverían a ver, quería explicarle por qué los árboles morían, porque los animales enfermaban, porque los ríos y lagos se congelan, porque las lunas se rompían poco a poco, ella quería decirle que el mundo se iba a acabar y que fue culpa de ella que él no tendrá una vida normal… pero lo único que pudo hacer al tenerlo de frente fue romper en llanto.
- S-Se que te dije que me quedaría por el resto del año, pero Mami tiene cosas que hacer, Mami tiene una misión para con Dios, te prometo que volveré.
- ¡No lo harás! - su voz se quebró al gritar a su madre por primera vez, su corazón de arremolino y la confusión crecía sobre él, "será porque no fui un buen hijo" "será por que no oré lo suficiente con ella" y "será porque soy diferente a mis hermanos y hermana" pensaba el niño que también comenzó a llorar - te irás y nunca volverás! Vas a abandonar a padre y a mí, ¿porque tienes que pelear? Las madres no debían ir a la guerra - Sarah abrazó a su hijo con todas sus fuerzas junto con Roveth al escuchar las quejas de su pequeño hijo.
- Mi niño… el más pequeño de mis hijos… algún día volveré, te prometo que pronto. Pero si yo… no vuelvo - los brazos de la joven madre apretaron con cariño a su hijo y apenas pudo pronunciar unas palabras -
Si yo no vuelvo… nunca dejes de soñar, a-así como tu sabes hacerlo, nunca dejes de mirar al cielo como lo haces, ¿me lo prometes? - sin embargo, ni el abrazo ni las palabras de Sarah pudieron hacer que Raham dejará de estar molesto con su madre. Pero el tiempo se había acabado,ya era hora del adiós.
Las aves salieron volando de las cercanías, el suelo tembló repentinamente, Sara se incorporó con dificultad pero pronto estaría de pie, Raham vio como su madre dio la vuelta hacia el acantilado y comenzó a caminar casi como si estuviera en piloto automático. Su padre lo tomó de la mano tan pronto empezó a correr hacia su madre para evitar que saliera lastimado.
El sol de pronto fue tapado por una silueta gigantesca con alas angelicales que se acercaba hacia ellos rápidamente, una fuerte ventisca sacudió todo el lugar y Raham gritó con todas sus fuerzas a su madre - Déjame ir contigo, déjame pelear contigo - los vientos se calmaron de repente y la silueta había desaparecido.
Sarah se volteó lentamente para ver a su hijo y le dijo con lágrimas en los ojos - Lo harías…? Tú… morirías…? ¿Morirías por mí?.
Unas alas mecánicas aparecieron de detrás de la colina y se alzaron rápidamente, una gran figura mecánica levitaba sobre Sarah sin hacer ni un sonido, unas luces rojas se encendieron de los ojos de la máquina que vieron directamente al niño y al padre. Sus gigantescos pies se posaron sobre la colina y el "ser" emitió un sonido estremecedor al aterrizar. La entristecida madre comenzó a levitar mientras el robot alzaba sus manos cuya sombra cubría todo el valle, se le elevó tan alto que el padre y el hijo la perdieron de vista en el cielo.
El pobre niño gritaba desesperado por su madre, sus pulmones soltaron todo el aire posible y sus pies saltaban en un intento inútil de alcanzarla, sus ojos cansados de llorar no dejaban de derramar lágrimas, al caer al suelo de rodilla y completamente derrotado, su mascota le limpio las lágrimas con su lengua y su padre lo tomó de los hombros y lo abrazó mientras ambos veían al "Ángel Mecánico" elevarse en silencio a las estrellas, justo donde las ruinas de las lunas estaban en el cielo.
Carne, Metal, Mente, Caos.
Siguiendo sólo su instinto, y en un acto de desesperación, una madre trataría de conquistar el universo, pero fallaría rotundamente. Aquella guerra que había empezado el fin del mundo era conocida como "La Santa Cacería de Dragones" y llegó a su fin en un planeta moribundo abruptamente tras el descubrimiento de una sustancia divina: Caos.
Con su descubrimiento llegaron miles de penurias y horrores, tales como los seres creados de un solo propósito: Las Vasijas.
Sarah quería darle un futuro digno a aquella vasija que crío y amo como un hijo, pero el destino le tenía preparado otra cosa, su hijo, una vasija pura, sería el único capaz de terminar una tarea divina postergada hace eones.
Pero primero, él debería ser bautizado en sangre y después probarle a Dios su valía
Después de soñar aquella "Reinterpretación" de su pasado, Rocky sintió la misma tristeza de siempre, como si hubiese sido la primera vez, pero el mundo estaba demasiado podrido para filosofar, así que se levantó de entre los cadáveres Montus y continuó su jornada de matanza
Aquel forajido maldecido había descubierto que su tiempo se había agotado, y algo dentro de él lo llamó a las mismas profundidades donde su estirpe fue maldecida, condenada al destino.
Esta es la historia de un sueño antiguo, y una promesa hermosa. Esta es la última historia de la última era. Escrita por sus testigos.