— Pero aún así, Skinner tiene razón - dice el jefe. Mi estómago se revuelve al ver la sonrisa depredadora de Skinner. — El combate está por acabar, claramente sabemos quién es el ganador. — Dice a lo que todos, volteamos la cabeza para ver lo mismo. Observo la arena, notando que el niño pequeño está ganándole al más grande. No en combate cuerpo a cuerpo, sus verdaderos dones son los que la organización busca.
— Métela en la fila, que sea la siguiente. Quiero ver qué es lo que tiene, para que mi consentido no quiera matarla. — dice el jefe, mirándome fijamente, con una sonrisa cómplice en el rostro, como si hubiera notado algo en el mio que yo no. Conozco claramente mis límites, y uno de ellos es sobreponerme a lo que el jefe dice. Nunca lo desobedeceré, siempre supe cuál era mi lugar con él. Vi con mis propios ojos las torturas que él implementa con su don, y he escuchado el testimonio de sus víctimas contar lo que se siente, estar dentro de su cabeza. Decían que se siente estar atrapado dentro de una de las peores y dolorosas pesadillas, donde dentro de ese sueño podrían pasar semanas, meses, incluso años, pero afuera en el mundo real, solo pasaban cinco minutos.
Sin esperar órdenes ni mis indicaciones, Grand despega los brazos de la niña de mi cuerpo y la lleva al cuadrilátero con gran dificultad. La niña opone resistencia y sus gritos son ensordecedores, de todos son los únicos que hacen eco en el lugar.
—Para ser pequeña y menuda tiene buenos pulmones. — Dice el nieto del jefe. Grand la posiciona en la primera fila.
Sus ojos, desbordan temor, y su cuerpo, estremecido por la angustia, despiertan en mí memorias que había creído sepultadas en lo más profundo de mi ser durante años. Como horrores que emergen de las sombras, esos recuerdos lúgubres se apoderan de mi mente y reavivan mis más oscuros temores.
En sus ojos, veo reflejado el miedo que alguna vez se adueñó de mí, una opresión que parecía no tener fin, y nunca lo tuvo. Cada vez que ella tiembla, siento una punzada en lo más hondo de mi corazón, recordándome lo vulnerables que podemos ser ante el cuadrilátero.
No puedo verlo, jamás quise permanecer en este lugar cuando el cuadrilátero estaba activo. No lo tolero. Incluso si tengo que estar aquí, simplemente finjo, ignorándolo todo.
No importa cuánto esfuerzo haga por no mirar esa maldita arena, mis ojos buscan a la niña y no puedo dejar de pensar que ella es una combinación de mí y de Ymir. La niña me busca desesperadamente con la mirada, escudriñando los palcos, pero estoy fuera del alcance de su vista. Solo yo puedo verla con claridad, oculto en una de las vigas de carga de la mansión.
Observo cómo la niña se aferra a los brazos de Grand, esperando que él sea su nuevo salvador, pero él la golpea en la mejilla, con el dorso de su mano, para liberarse de su agarre. No puedo evitar soltar un gruñido al verlo. Voy a matarlo.
— Pero ¿qué es eso que escucho? ¿Acaso es un gruñido de celos, porque tú no fuiste quien la golpeó, o de molestia porque tu amiguito la golpeó? — dice Clarence, burlándose de mí.— Mi querido Galliard, ¿estás enamorado? — dice Clarence.
— ¿Enamorado? — aparece detrás de mí la voz de Skinner. — ¿Es por eso que no querías meterla en el cuadrilátero? — Dice con una ira insaciable, una envidia palpable, mientras clava su mirada feroz en la niña, como si fuese la personificación misma de todo lo desagradable que existe en el mundo entero. Una mirada cargada de desprecio y resentimiento, capaz de helar la sangre de cualquier desprevenido. — Quiero ver en primera persona de qué está hecha. — dice alejándose de nosotros.
—Bueno, ya sabemos quien esta celoso. — Dice Grisha de repente, con un tono burlon.
Sorprendido, observo cómo baja las escaleras con prisa. Sin la orden del jefe o de los demás líderes, quienes lo miran con ira y sorpresa, el lobo se adentra en el cuadrilátero pateando los restos de aquellos que no lograron sobrevivir, llamando a la niña para que entre, como si ella o cualquier persona quisiera entrar por voluntad propia al mismísimo infierno.
Ella se queda petrificada, mirándolo con los ojos lo más abiertos que puede su cuerpo, mientras espasmos violentos recorren su cuerpo, como si estuviera convulsionando, pero en realidad, ella solo tiembla de pánico al ver el rostro del lobo. Desde lejos noto cómo un líquido amarillento y pálido recorre sus piernas, mojando su ropa, hasta llegar a sus pies y dejar un charco de orina en el suelo. Skinner amenaza a Grand para que la introduzca en el cuadrilátero y, después de que él mira al palco sin obtener respuesta alguna, hace lo que el lobo le ordena. Levantándola de los hombros, ya que ella parece tener los pies clavados en el piso, Grand la mete en el cuadrilátero, dejándola en la marca de inicio de la pelea. Pero el lobo ataca a la niña incluso antes de que Grand logre salir del cuadrilátero. El golpe toma desprevenido a Grand, haciendo que absorba todo el impacto del don de Skinner y quedando completamente inconsciente al instante.Ella cae tendida en el suelo y Skinner no le da tiempo para tomar una última bocanada de aire antes de comenzar a atacarla sin piedad. Ella, con su don, logra crear un campo de fuerza, pero no es lo suficientemente fuerte y el lobo logra romperlo con facilidad, causándole un daño brutal. En ese momento, el sonido desaparece a mi alrededor y, por un instante, me encuentro intercambiando lugares con la niña. Veo cómo quedo tendido en el suelo, suplicando ayuda mientras mi oponente me ataca sin piedad alguna.
El resto del mundo desaparece ante mis pies. Escucho los gritos de miedo y apoyo a Skinner, como si estuvieran emergiendo desde las profundidades de un pozo profundo. Las personas a mi alrededor desaparecen por completo. Soy completamente consciente de que me hablan, pero no logro escuchar nada. Es como si hubiera perdido la capacidad de oír. Solo puedo sentir e imaginar el sonido de mi respiración agitada y angustiada, y otorgarle voz y volumen a los gritos de la niña, por mi propia cuenta.
Desde mi llegada a este espantoso lugar, Ymir fue la antepenúltima hembra en ser unida a la fuerza a la secta, y ahora ella. Es completamente injusto. Si de por sí era injusto poner a pelear a niños sin habilidades de combate contra aquellos que sí las tenían, era aún más injusto poner a una princesa sin habilidades de combate, con sus dones poco desarrollados, contra un hombre adulto que era un exmilitante y, para colmo, uno de los lobos más peligrosos. Estaba más que claro que aquel ser frágil iba a morir sin posibilidad de luchar por su vida en una batalla justa.
Ella logra esquivar algunos de los golpes del lobo con gran destreza, pero eso no es suficiente para escapar de la onda expansiva que ya le ha roto uno de los brazos. El asqueroso lobo parece ciego y corrompido por una ira injustificada hacia la niña. No entiendo cómo alguien podría tener tanto odio hacia alguien que acaba de conocer.
La niña cae al suelo, con su rostro casi deformado por los cortes, su cabello completamente enmarañado como si algún ave hubiese anidado en él, uno de sus brazos dislocado mientras que el otro tenía de tres a cuatro dobleces. Ella cae al suelo, resbalando sobre los restos de otros, doblándose un tobillo. Sentada en el piso, ella tiene el alcance justo para que sus ojos me encuentren.Con el rostro sucio y lleno de cortes, y completamente mojado por las lágrimas, ella hace uso de esos labios rosados y carnosos para decir una sola cosa.
No logro escuchar lo que dice, pero sí puedo interpretar el movimiento de sus labios para comprender qué fue lo que dijo.La mirada de casi todos los presentes se posa en mí, que estoy completamente aturdido por lo que está pasando. Todos parecen sorprendidos al mirarme, mientras que los nuevos no saben quién soy. Ella vuelve a gritar mi nombre, haciendo que el lobo en la arena se enfade aún más, haciendo que las ventanas detrás de mí comiencen a temblar con su gruñido.¿Por qué me llama? Desde que estoy aquí, no he hecho nada bueno por nadie. Quizás en la celda me mostré más benevolente solo porque estaba cansado y hambriento. Lo cual me parece extraño, que no me la haya comido. Quizás la colocaron en mi celda para que ese fuera su destino. Pero su aroma no me incitó de la misma forma como para devorarla. Me gustó por otro motivo…Y su belleza irracional, y su gran parecido a mi recuerdo de Ymir, me dejan sin aliento.
En mi época, me hubiera gustado que alguien lograra salvarme, que alguien me protegiera. Y gracias a unos dones que no sabía que tenía, supe que Ymir quería lo mismo que yo. Sin darme cuenta, vi que Ymir también estaba suplicando a gritos que alguien la rescatara. Quizás es el momento y mi turno de salvar a la princesa, de concederle el deseo a una difunta Ymir.
La niña, devastada, creía que el Galliard al que ella llamaba no vendría en su rescate. Sin embargo, la parte más sádica de mí, que por alguna razón no está tomando protagonismo en mi cuerpo, y el resto de los presentes aquí, que se burlan de la niña, están completamente equivocados.
Casi imperceptible fue el movimiento que hice para saltar a casi sesenta metros lejos del palco, aterrizando justo en medio de la arena y de los dos contrincantes. El aroma floral y dulce de la niña me dejó aturdido e hipnotizado, permitiéndome después de una fracción de segundo volver a escuchar, ahora con todo el público en verdadero silencio. La ira brotó de mi garganta, como si fuera vómito, invadiendo mi cuerpo al oler ese aroma de su cuerpo, que no sabía que me enloquecía, mezclado con su sangre. ¿Por qué no siento el ardor de la sed en mi garganta, pero sí siento la ira?
Skinner me ignora por completo y vuelve a arremeter contra la niña, que yace entre la conciencia y la inconsciencia, mientras apoya su torso golpeado en la parte trasera de mi pierna, sintiéndose protegida. Me hubiera gustado sentir ese placer de estar protegido cuando más lo necesité. Envuelvo el cuerpo de la niña en humo para evitar que Skinner vuelva a atacarla. Él pone sus ojos cegados de ira en mí y ahora, al fin, decide salir de mi cuerpo el sádico que ellos mismos habían fabricaron.
Sin embargo, antes de que Skinner pueda lograr golpearme, algo en mí cambia. Un aura oscura y lúgubre me envuelve, mis ojos se vuelven rojos como la sangre y una gran sonrisa retorcida se dibuja en mi rostro. Ahora, el verdadero mal ha despertado.
La multitud se estremece ante mi presencia, sintiendo la abominación del mal que emana de mi ser. El ambiente se vuelve aún más pesado, como si la oscuridad misma se hubiese adueñado del lugar. Los presentes, que antes se burlaban de la niña, ahora están petrificados, sin saber qué esperar, incluso yo no sé qué decir.
Sin pronunciar palabra alguna, avanzo hacia Skinner con pasos firmes y decididos. Mi sed de venganza por todos estos años se alimenta de la ira que ahora fluye por mis venas. El sadismo que había estado dormido en mí, finalmente despierta y se apodera de mi ser por completo.
Skinner, atónito ante mi transformación, retrocede unos pasos, pero es inútil. El aroma de la niña, es ahora mi única motivación. Ningún otro sentimiento habita en mi ser, solo el más perverso deseo de hacerle pagar el sufrimiento.
El combate entre Skinner y yo se convierte en un espectáculo tétrico y macabro. Cada golpe, cada herida, es solo una muestra más de la atrocidad que he llegado a ser. El público, atónito, no puede apartar la mirada de la escena, una mezcla de fascinación y repulsión que los mantiene cautivos.
La niña, envuelta en humo protector, recupera momentáneamente la conciencia y sus ojos, llenos de terror se cruzan con los míos que están completamente rojos, solo por una fracción de segundo. En medio del caos y la maldad, surge un destello de debilidad. Un fragmento de compasión.
Sin mantenerme completamente consciente de mi entorno, transformé el humo de Jonas en gigantescos tentáculos, golpeando todos los ataques de energía que lanzaba el lobo.
En menos tiempo del que le tomó a él, dejar a la princesa en condiciones deplorables, destrocé su cuerpo sin llegar a matarlo.El golpe final de los tentáculos de humo que lo acabaría fue detenido a mitad de camino.
Mis ojos se descomprimen y vuelven a su forma y color normal. Siento una presión suave en mi espalda y el aroma dulce y a flores vuelve a invadir mi nariz, despejando por completo mi mente y volviendo a adormecer al monstruo.La niña estaba mirando algo que yo no había prestado atención. Más demonios invadieron la arena, el temor en sus ojos era visible, no sabían qué hacer y cuando posé mis ojos en ellos, se congelaron.
Un grito de victoria se escuchó desde lo más alto del palco donde estaba parado anteriormente. El jefe yacía colgado del barandal levantando los brazos en señal de victoria, completamente orgulloso por lo que acababa de presenciar.
Él me veía como el arma que siempre buscó, orgulloso de su logro. Mientras que el resto de ellos me temen por más que finjan lo contrario.—¡Ese es mi muchacho! — grita emocionado el viejo que no sabe la pesadilla que se desata en este asqueroso lugar cuando no está cerca, y casi todas son orquestadas por mi.Dejo mi pose de defensa y me enderezo para ver a Skinner. Solo me faltaba un golpe y acababa con esa escoria, tan cerca y tan lejos a la vez.Tomé a la niña de la cintura y la ayudé a salir del cuadrilátero, evitando que se resbale por la sangre y ayudándola a pasar las barreras de seguridad, ignorando a todos los que entraron al cuadrilátero por petición de Grisha. Subo las escaleras, ignorando las miradas de todos e incluso la presencia de la persona que arruinará mi vida estando aquí, solo me concentro en el olor de su cuerpo, es como una droga para mí. Incluso ignoro por mi propia voluntad el hecho de que con solo un maldito golpe podría acabar con la vida de ese asqueroso lobo que me hacía la vida tan miserable.No sé en qué estoy pensando, qué pasa por mi cabeza. Esto es tan frustrante. ¿En qué momento me convertí en héroe? ¿Qué hago con la niña ahora? ¿Por qué me pasan estas cosas a mí? ¿En qué momento desperté, en qué momento la conciencia volvió a tomar dominio de mi cuerpo.?
Durante estos diez largos años mantuve mi conciencia dormida, siendo solamente un cascarón vacío que solamente sigue órdenes. Un ser casi inanimado, sin paciencia, sin bondad. Adopté la personalidad de Jonas con la idea de que nadie me moleste, que nadie me pida algún tipo de favor, que todos me teman para dejarme en paz. ¿Qué tiene de distinto esta mocosa? ¿Por qué su aroma me resulta tan embriagador y por qué mierda no quiero comerla?
Se supone que en mi especie comemos todo tipo de carnes, todo tipo de seres vivos sin asco alguno o sin dejar ni un solo hueso de desperdicio. ¿Por qué no me la comí cuando tuve la oportunidad? ¿Por qué ella logró despertarme en plena matanza?
En las misiones dejo que el sadismo y el monstruo tomen por completo mi cuerpo, me dejan disfrutar verdaderamente de mi trabajo, sintiéndome poderoso y temido por otros, pero ahora simplemente paré. La niña me llamó y fui por ella para protegerla con todo lo que tengo y apoyo su cuerpo contra el mío, y simplemente paré, y ya.
Desde que estoy aquí he sentido asco y repulsión hacia Skinner, siempre fue parte de mi plan de escape el hecho de matarlo y torturarlo por todo lo que me hizo a lo largo de mi espantosa estancia en este lugar de mierda. Y simplemente paré, y ya.
No entiendo qué es lo que me está pasando, ya no sé cómo funciona mi cabeza, no la entiendo. No entiendo cómo es que en este instante, en vez de olvidarme de la niña y dejarla tirada por algún lugar y fingir que nada pasó o que todo fue fríamente calculado para crear una venganza por el último castigo que me dio Skinner. No, ahora resulta que la estoy llevando a la enfermería, y por enfermería me refiero al baño de mi habitación donde tengo todo lo necesario para curar heridas.Ya no entiendo nada.
Al subir las escaleras que nos llevan a las habitaciones, veo a Grant sentado en uno de los escalones adolorido. Por él, y es la única persona que no teme acercarse a mí, lo conozco desde hace años y siempre pienso en él cuando me piden que agregue a las misiones a alguien capacitado y en quien confíe. Cumplimos misiones con Grant desde que dejé de intentar matarlo, él piensa en los movimientos que voy a hacer y los hace antes de que se los pida, siempre está a mi par, como si compartiera mi mente, aunque no haya conectado mi don con él. Por él no siento la empatía que siento por esta maldita mocosa que conocí hace unas horas.¡Cómo es posible que estuve a un solo puto golpe de matar a Skinner y paré cuando ella me tocó!
Ni siquiera sé cómo se llama.
—Esto es una mierda. — murmuro entre dientes mientras siento el calor emanar de la niña que se encuentra pegada a mi costado. Nunca antes había estado tan cerca de alguien que irradiara este tipo de calor y el aroma.
—¿Qué va a pasar ahora? Los lobos y los grisha están furiosos contigo. — dice Grand, levantándose de la escalera en el momento en el que pase junto a él, ignorando su presencia.—Vas a estar bien. — le aseguro sin siquiera mirarlo.— No debiste atacar a Skinner. Al menos lo hubieras matado como teníamos planeado. — continúa ahora enojado. Skinner se ha ganado el odio y el repudio de todos los presentes, incluso se ha ganado a pulso el desprecio de Grisha. Siendo sinceros, Skinner tiene un apetito sexual insaciable y trata a todos como sus prostitutas, incluyendo a Grisha, Clarence y James. Bajo sus habilidades inigualables, resulta imposible combatirlo o escapar de él.A veces, solo tenemos suerte cuando aparece alguien nuevo que llama su atención. Desconozco quién estuvo antes que Grisha, pero después de él estuvo Jonas y ahora me ha tocado a mí. Somos sus obsesiones momentáneas.Grisha ha tenido gestos amables conmigo cuando Skinner ha destruido por completo mi espíritu. Ha curado mis heridas y hasta me ha protegido o cuidado en mi estado inconsciente, para evitar que mis enemigos me ataquen en mi momento más vulnerable. Por supuesto, Grisha tiene sus virtudes, pero eso no quita que sea un auténtico hijo de puta. — Y seguramente Grisha debe estar molesto porque desobedeciste sus palabras delante de los jefes. Esta niña debía haber muerto hoy, no la salvaste, solo prolongaste su sufrimiento. No sé si lo has notado, pero no hay hembras en este lugar. Basta con perderla de vista para que un macho desesperado la tome y la destroce. — En eso tiene razón. —¡Maldición, solo di algo! ——¿Qué esperas que diga? ¿Que la he cagado? Creo que todos somos conscientes de eso, incluso ella, y ni siquiera sabe en dónde está parada. — respondo soltándola, haciendo que se tambalee por su tobillo fracturado.Al llegar al final de las escaleras, nos encontramos con una horda de demonios enemigos, igual de víctimas que nosotros. Por alguna razón desconocida, no tienen permitido atacarme directamente, pero su hostilidad hacia mi persona es palpable, yo por otro lado los ataco directa e indirectamente, sin importarme el castigo. Espero con ansias el día en que rompan esa regla y decidan seguir mis pasos, confiando en que ese será el momento en que se deshagan de mí de una buena vez por todas.
Sin embargo, estos demonios no son fáciles de detectar. Se esconden hábilmente en las sombras de un pasillo mal iluminado, esperando pacientemente el momento adecuado para lanzarse sobre nosotros con furia desenfrenada. Podemos sentir cómo sus ojos, cargados de odio y miedo por mis actos, vigilándonos constantemente hasta el instante oportuno para atacar con todas sus fuerzas.
Continuamos avanzando por el oscuro pasillo, cada vez más conscientes de la presencia de los demonios que nos acechan. Sin embargo, algo llama mi atención: ya no escucho los pasos de Grant resonando detrás de mí. Me giro y vislumbro su rostro blanco como la cera, contrastando el color de su piel, luchando por respirar. Es evidente que está siendo afectado por las cucarachas gigantes, esas criaturas abominables capaces de corroer la mente de sus víctimas.
Estos repugnantes insectos tienen una capacidad para debilitar la psique de aquellos que se cruzan en su camino. Su influencia puede variar dependiendo de la especie a la que pertenecen, pero en cualquier caso, los efectos pueden ser devastadores.
La mirada de Grant se vuelve cada vez más turbia, sus ojos parecen perder brillo y su mente lucha por mantener la cordura. La niña sigue a mi lado, sin emitir ni una sola palabra. Su presencia callada me hace olvidar que esta presente, pero el calor y el aroma delicioso de su cuerpo solo aumenta mi desasosiego.Es detestable tener que mantenerte con vida, mientras intentas huir de estas ratas. Cuando te toca una de esas cosas las fortalezas fisicas no son suficientes, uno se desmorona en el primer toque. Son una plaga de la que nadie se tomo la molestia de exterminar. Cuando te tocan es como una pesadilla sin fin, tu cuerpo empeora a medida que pasan los minutos. —
— ¡Acaso no escuchas! ¿O quieres otra paliza? ¡Cierra la boca! — Escucho cómo el guardia golpea las rejas de mi celda, intentando llamar mi atención. Su corazón está fuera de su pecho, colgando y rebotando a cada paso que da. —¡Dije que cierres la boca y dejes de hablar solo! — ¿Por qué grita? Mi cabeza se parte a la mitad, dentro de esta mierda de celda solo hay eco. Lo único que puedo hacer para amortiguar el eco y apaciguar el dolor de mi cabeza es ponerme en posición fetal sobre la banca, dándole la espalda a las rejas y mirándote a ti, solo a ti.
¿Por qué me miras tan preocupada?
— Es solo el guardia, no te preocupes. Como te decía, por alguna razón, esas cosas siempre se toman del cuello, como intentando respirar porque se están ahogando o ellas mismas se están ahorcando... Nunca pude descifrar qué era lo que hacían exactamente con las manos en su cuello. — Explico, tratando de describir la imagen de las ratas gigantes.
Mi cómoda posición es deshecha por el guardia, quien me arroja al otro lado de la celda de una sola patada.
—¡Acaso no entiendes cuando se te habla, maldito violador! — Mi cuerpo ya dolía desde antes, por los latigazos en mi espalda y las últimas palizas, sobretodo por la última ducha. Es dolor sobre dolor y casi no lo siento, pero me cuesta mucho respirar o moverme.— No te preocupes, si quieres, no mires. Ya no duele tanto como antes. No es necesario que pongas esa cara, esto no es culpa tuya. Solo cierra los ojos, ya no hay nada que puedan hacerme. — Digo mirándote, tratando de regalarte mi sonrisa más sincera, mientras que el guardia comienza a golpearme con su cola, llena de púas. — ¿Por qué lloras? Por favor, no lo hagas. Me duele todo cuando te veo llorar, por favor no lo hagas, Ahora no puedo consolarte. — Me gusta la forma en que entrelazas tus dedos con los míos, pero ahora tienes que alejarte. — Pueden lastimarte. Al parecer, soy el único que puede verte. Vete… — Apenas tengo fuerza para pronunciar esa palabra en voz alta.
El guardia parece disfrutar causándome dolor, como si fuera su única forma de encontrar satisfacción en su trabajo. Pero ya no puedo permitir que esto me afecte tanto, no delante de ella. He aprendido a bloquear el dolor físico, a ignorar los golpes que caen una y otra vez sobre mi cuerpo maltrecho.— ¿Que no hay nada que pueda hacer contigo? Espera y verás, maldito lunático. — murmuró el guardia con voz llena de malicia.
No recuerdo cuántos guardias más entraron después de esas palabras. Debido a los brutales golpes, apenas puedo abrir los ojos. Me arrastraron sin piedad por las escaleras, cuando llegamos a las mazmorras, me colgaron de los grilletes de mis muñecas, dejándome suspendido en el aire como una marioneta rota.
Logro abrir un solo ojo, vislumbrandome nuevamente en mi celda . El hedor a humedad impregna el aire, haciendo que cada inhalación sea una ofenda a mis sentidos. Una vez más, siento su presencia tenebrosa detrás de mí. Su suave y fría mano acaricia mi rostro, como si buscara alimentarse de mi sufrimiento para arrebatarmelo por completo. ¿Acaso no se cansa de venir a verme?
Con un inmenso esfuerzo, trato de incorporarme y dejar de manchar su hermoso vestido con mi sangre coagulada. Me retuerzo en mi lugar, sintiendo un dolor punzante que recorre cada parte de mi cuerpo. Esta vez, la oscuridad me ha robado los recuerdos de esa golpiza.
¿Cuánto tiempo ha pasado desde entonces? Mis heridas todavía arden, pero es imposible saber cuánto ha transcurrido desde que me quedé completamente inconsciente. El tiempo en estas mazmorras parece fluir sin sentido, sin día ni noche definidos.
— Estoy bien, no te preocupes. — digo al ver cómo ella intenta calmar mi dolor.
— No sé si lo has notado, pero a estas alturas nadie se preocupa por ti. — Con lo poco que puedo abrir mi ojo izquierdo, busco al portador de esa voz. — Pospusieron tu ejecución, el rey se niega a ejecutar a un moribundo. Quiere que estés en tus cinco sentidos cuando te destrocen en la plaza central. Y como nadie quiso curar tus heridas, me llamaron a mí. — Miro mi cuerpo y, efectivamente, las costuras de mi piel son obra suya.— Así cose sus pantalones. — ella sonríe, señalando la costura de mi brazo, que está mucho peor que la de mi pierna.— Deja de hacer estupideces, solo prolongas más tu tortura y mi estadía en este lugar. Quiero regresar a casa. — parece que no ha dormido y puedo jurar que ha llorado.— ¿Por qué has llorado? — mi pregunta parece confundirlo por un momento.—¿Qué? —pregunta sorprendido.— Soy tu hermano mayor, sé cuándo has llorado. Quiero saber qué es lo que te lastima. —— Creo que es muy tarde para recordar que eres mi hermano mayor. — dice ingenuo.— ¿Lloras por mí? — vuelvo a preguntar, centrando mi concentración en él, haciendo que se ponga tenso.—Esa mierda de tu ego no desaparece ni estando en tu situación, ¿verdad? — sonrío tanto como los golpes en mi rostro me lo permiten.— No tienes por qué avergonzarte. No se lo diré a nadie, confía en mí. — Puedo notar cómo se le llenan los ojos de lágrimas, pero sé que no dirá ni una sola palabra. Hacía lo mismo de niño.— Tu ejecución ha sido pospuesta para el viernes. Es dentro de cuatro días. — dice levantándose de la silla. Genial me dieron un dia mas de vida. —¿Irás a verme? — digo mirándome las manos, intentando darle un poco de privacidad mientras seca sus lágrimas.—Violaste y asesinaste a la princesa de un reino. Claro que iré a verte. — dice con la frente en alto.—No lo hagas, no vayas. — Él nunca sabrá la verdad, pero prefiero que no me vea de esa forma. No quiero que sufra por mí.— ¿Qué te hace pensar que haré lo que tú me pidas? — pregunta en tono irónico.— Es mi último deseo. En las prisiones se les concede un último deseo a los que serán ejecutados. — Él no dice nada, dándome pie a continuar. — Solo... no lo hagas. Sé que me odias, pero no es necesario que veas eso. — Por un momento, se queda quieto, mirándome sin entender. — Y... no busques nada acerca de Fëanáro. Quédate con lo último que tienes de nosotros. No escarbes más de la cuenta. Solo recuerda odiarnos cada vez que nos recuerdes, o recuérdanos como éramos los tres antes de que nuestra familia se fuera a la mierda. —— Yo no soy quien para concederle el último deseo a un prisionero. — dice caminando a paso firme hasta las rejas, pero antes de siquiera tocarlas, gira abruptamente. —Estuve presente en la masacre en masa de nuestro clan, estuve en la muerte de Fëanáro. ¿Qué te hace pensar que no estaré en la tuya? ——Solo…— intento hablar, pero él me interrumpe.— Fëanáro era un maldito homicida que mató a su propia madre, a nuestro clan y tú... torturaste a la persona que decías amar y que también estaba.... No necesito buscar nada acerca de Fëanáro y tú, los dos merecen su fin. Mereces este sufrimiento. — Porco se marcha de la celda, abriendo de forma brusca las rejas.— Espera. — logro decir, haciendo que él, a regañadientes, gire su cuerpo para escucharme antes de desaparecer de mi vista.—¿Qué quieres? — su voz suena cargada de resentimiento y dolor.— Recuerda que te quiero. Tanto Fëanáro como yo te queremos. No importa lo que hicimos, no importan tus pensamientos respecto a nosotros. Eres todo en nuestra vida. Recuerda que los dos te amamos. — Él se queda en silencio solo por un momento, con las lágrimas rebeldes resbalando por sus mejillas.— Pudrete. — dice con desprecio, para luego desaparecer por el pasillo.Me es difícil aceptarlo, pero estaba claro que la persona en la que me había convertido era distante, fría y cruel, muy alejada de la persona de mis recuerdos antes de la Secta.
Mis pensamientos viajaron hacia el pasado, cuando la felicidad parecía un sentimiento constante en nuestras vidas. Éramos como almas gemelas los tres, inseparables, compartiendo risas y sueños en un mundo que aún no había sido oscurecido por la desesperacion.Pero el tiempo había cambiado las cosas, había destruido lo que una vez fue hermoso y lo había convertido en una pesadilla. En algún momento, el amor que nos unía se corrompió, se desgastó y se transformó en amargura y resentimiento, y todo era mi culpa.