Cuando desperté ese día, me di cuenta de que estaba nuevamente en la celda del sótano. No había cambiado nada: seguía siendo la misma oscura y lúgubre prisión en la que me habían encerrado antes. El frío se colaba por las rendijas de la pared y la ventana rota, y el olor a humedad impregnaba el aire.
Mi mente se había llenado de preguntas sin respuesta. ¿Cómo había llegado aquí de nuevo? ¿Quién me había encerrado y por qué? Me sentía desesperado, y sin salida.Exploré cada rincón de la celda, con mis ojos, buscando alguna pista o algo que pudiera darme una salida. Pero solo encontré polvo y telarañas. Decidí que no podía quedarme allí de brazos cruzados siendo una presa más del montón, ya les había mostrado de lo que soy capaz, ¿porque no quedarme así? tenía en claro que no iban a matarme. Seguía esperanzado, esperando a que alguien me liberara. Traté de recordar qué había pasado antes de despertar en esa celda la primera vez. Imágenes fragmentadas llegaron a mi mente, casi no lograba recordar nada: unas figuras oscuras, el sonido del llanto de un niño pequeño, y el eco de risas maliciosas.Me di cuenta de que había algo más oscuro y siniestro detrás de mi encierro. Alguien, quien no era un desconocido cualquiera, estaba jugando conmigo, disfrutándolo. Sentía escalofrío recorrer mi espalda, al recordar su rostro sonriéndome sin ninguna pizca de lástima. Me prometí a mí mismo que no descansaría hasta descubrir la verdad y escapar de este infierno, y destrozarla. Comencé a idear un plan, buscando debilidades en la estructura de la celda y pensando en posibles rutas de escape, siempre no importa en donde, siempre existe una salida. Sabía que no sería fácil, pero estaba decidido a enfrentar cualquier obstáculo que se interpusiera en mi camino hacia la libertad.El tiempo pasaba lentamente mientras trabajaba en mi plan. La ansiedad y la incertidumbre me acompañaron, todo el tiempo, pero también había una chispa de esperanza que me impulsaba a seguir adelante... — aprieto los labios de forma escéptica. — Bueno, solo en los primeros días. —— Volviendo al día en que desperté sin manos, dentro de la celda. Había una diferencia notable y perturbadora: estaba desnudo y mis manos habían sido cruelmente arrebatadas de mi cuerpo, como castigo de lo que pasó en la arena y en mi hogar, dejándome indefenso y vulnerable. Otra vez. Pero había algo diferente en mi mente, algo que incluso en ese momento sabía que no era algo normal en mí.Al recobrar la conciencia, el frío penetrante y doloroso se apoderó de mí, ni siquiera el frío pudo aminorar el dolor de otras partes de mi cuerpo, descubrí un dolor feroz en mi rostro y estómago. El ardor punzante en mis muñecas, donde alguna vez mis manos estaban, se hacía insoportable a medida que pasaban los minutos. El suelo duro de la celda parecía congelar mis huesos, y supe de inmediato que mi cuerpo había sido golpeado mientras estaba inconsciente. Aún hoy, desconozco cuánto tiempo estuve privado de la conciencia en aquel entonces.No entendía por qué sentía dolor en mi trasero. Ingeniosamente pensé que tal vez había aliviado mi estómago en mi inconsciencia, pero al buscar no encontré rastro alguno de excremento. Me tomó solo una hora comprender el verdadero motivo de la incomodidad en esa zona de mi cuerpo.Desesperado por encontrar alguna forma de escapar de esta tortura, mi mente comenzó a divagar, buscando alguna solución. Enfocándome en cada detalle de la celda, intenté encontrar alguna debilidad en las paredes o en las rejas de la puerta. Pero, por mas que todo estuviera oxidado y deteriorado por el tiempo, todo era impenetrable.A medida que el tiempo pasaba, el dolor en mis muñecas se volvía cada vez más insoportable. Cada latido de mis corazones parecía enviar una oleada de dolor a través de mi cuerpo. Las lágrimas brotaban de mis ojos, no solo por el dolor físico, sino también por la impotencia y la desesperación de mi situación.Las horas se desvanecían lentamente, y mi esperanza comenzaba a agotarse. ¿Cuánto tiempo más podría resistir este tormento? llegue a pensar ¿Qué les había hecho para merecer tal castigo? Las preguntas continuaban atormentándome, sin respuestas a la vista.En la oscuridad y el silencio de la celda, el miedo empezó a apoderarse de mí. Sentía que algo más siniestro estaba ocurriendo detrás de la puerta al final de la escalera, algo más allá de mi comprensión. Los susurros de voces desconocidas se filtraban en mi mente, llenándola de un terror indescriptible.Me aferré a la esperanza de ser rescatado, de que alguien encontrara mi paradero y pusiera fin a esta pesadilla. Pero, en el fondo de mi corazón, sentía que estaba solo, abandonado a mi suerte en este horrendo lugar.Mi garganta se quemaba por la sed de sangre, mientras mi cabeza giraba en espiral. Por más que intentaba entrar en calor, era inútil. Las voces provenientes del piso de arriba resonaban cada vez más fuerte en mis oídos, aumentando mi desesperación y terror. De repente, la puerta del sótano se abrió y un rayo de luz se filtró, revelando las magulladuras que cubrían mi cuerpo. Mis pies, casi negros de frío, añadían otro nivel de dolor a la interminable lista de torturas que había soportado.Con mi vista nublada por el dolor, me fue casi imposible verle el rostro a la persona que se acercaba a mi. Todo a mi alrededor se torno negro cuando esta persona que se hacerco , decidio que era buen momento para arrancarme los pies casi momificados por el frio de una forma grotesca y peculiar. Era un horror indescriptible que me dejó sin aliento. Pero la pesadilla no había terminado. Un segundo hombre bajó las escaleras y se acercó directamente hacia mí, sorprendiéndose al ver que aún estaba consciente. A día de hoy, la repugnante sonrisa que me mostró sigue provocándome un profundo asco. Cuando ese desgraciado abrió la celda, arrastré mi maltrecho cuerpo hacia un costado, intentando mantenerme lo más alejado posible de él.Mientras me arrastraba por el suelo helado, se cruzaron por mi mente las imágenes de mi vida antes de caer en manos de estos sádicos. Recordé los momentos de felicidad y libertad, maldiciendome internamente por no haberlos disfrutado aún más, cuando el mundo era un lugar lleno de posibilidades. Ahora, me encontraba atrapado en este laberinto de pesadillas, donde cada día parecía ser peor que el anterior. Pero algo dentro de mí se negaba a rendirse, a dejarse consumir por la oscuridad.Con cada centímetro que avanzaba, me llenaba de una determinación feroz. Sabía que no podía permitir que estos monstruos ganaran. Debía encontrar una manera de escapar, de recuperar mi vida y poner fin a esta cruel tortura. Aunque mi cuerpo estaba destrozado y mis fuerzas menguaban, mi espíritu se levantó, alimentado por un fuego ardiente de supervivencia.Mientras me alejaba del segundo hombre, pude escuchar sus pasos acercándose cada vez más. No había tiempo que perder. Tenía que ser astuto y cauteloso para evadir a mis captores y encontrar una salida. Podía sentir la esperanza revitalizándome, dándome fuerzas para seguir adelante.Así, con el corazón lleno de valentía y la mente enfocada en la libertad, continué arrastrándome por el suelo frío y oscuro. Sabía que el camino sería largo y peligroso, pero estaba dispuesto a luchar hasta el final. No importaba cuántas veces me cayera, me levantaría una vez más. Porque la esencia de mi ser se negaba a rendirse.— Finalmente, despiertas —dijo acercándose para igualar mi altura—. Me enteré de que mataste a uno de nuestros hombres. Bueno, ya has recibido tu castigo por eso. Pero en este mundo hay algo extremadamente adictivo, ¿sabes qué es? —Mi silencio le hizo comprender que no tenía ni idea de lo que estaba hablando—. La venganza, y las drogas, por supuesto. Pero este no es el momento para eso... ¿o sí? —Levantó su mano y la acercó a mi rostro, apartando mi cabello y dejándolo detrás de la oreja para luego acariciar mi mejilla y mis labios.
En ese momento, el miedo y la vulnerabilidad se apoderaron de mí. Mis pensamientos se alteraban entre la rabia y la impotencia. Si tan solo hubiera tenido la mente retorcida que poseo ahora, gracias a ellos, sin duda alguna habría arrancado esos asquerosos dedos con los dientes y los habría metido uno a uno en el lugar donde realmente pertenecen. Pero la realidad era que me encontraba acorralado, en sus manos, sin escapatoria.
Sus ojos fríos y calculadores me observaban con ese desprecio que solo alguien como él podía tener. Sabía que estaba jugando conmigo, disfrutando de mi angustia. Su poder y autoridad eran aplastantes, y yo era solo una pieza más en su macabro juego.Mientras sus dedos seguían acariciando mi rostro, sentí un impulso irresistibile de vomitar. La repulsión que me generaba su tacto era abrumadora, pero me contuve. Sabía que mostrar debilidad solo me pondría en más peligro aún.—Tienes suerte de que esta vez haya decidido dejarte con vida —susurró con un tono cargado de amenaza—. Pero no pienses que puedes escapar impunemente. Estarás en deuda conmigo hasta el último día de tu vida. No pude evitar sentir un escalofrío recorrer mi espalda al escuchar esas palabras.— Has matado a uno de nosotros y buscamos venganza, pero serás de gran utilidad en el futuro, eso es seguro. Sin embargo, primero debes comprender quién está a cargo y cuál es tu posición en este asunto. Ahora que estás despierto, podrás sentir todo lo que hemos hecho con tu preciado cuerpo mientras estabas inconsciente. Créeme, nos costó mucho mantenernos bajo control para no acabar contigo. — El asqueroso individuo intentó besarme, pero al instante aparté mi rostro para evitar cualquier contacto con él. Su reacción dejó claro que no le gustó ser rechazado.
Sin piedad, un golpe hizo que mi mandíbula se desencajara. Aunque su fuerza era limitada, sin duda mi mandíbula estaba fracturada debido a las torturas que sufrí a manos de esos seres desalmados. Afortunadamente, el frío era tan intenso que en ese momento no sentí ningún dolor ante el desprendimiento de mi mandíbula, seguramente no era tan malo como el resto de mis heridas, las cuales no podían ser cubiertas ni con el frío congelante. Solo necesitó un golpe para que la parte izquierda de mi mandíbula quedara moviéndose y colgando como mis bolas.
— Me excita saber qué tipo de expresión pondrás en tu rostro cuando te destrocemos ese lindo culito que tienes. Sabes, no es divertido hacerlo con un cadáver, será mucho más entretenido ahora que gritarás con todas tus fuerzas e intentarás luchar para que dejemos de tocarte. Pero te aseguro que ya sabemos y hemos visto todo lo que intentes hacer. Gritarás hasta que tus cuerdas vocales se dañen, te moverás frenéticamente, llorarás desesperadamente e incluso intentarás golpearnos. Hemos presenciado todo eso, y te garantizo que no podrás contra nosotros, somos superiores. Ninguno de esos niños pudo hacerle frente a nuestra fuerza. — Durante horas interminables, ese tipo no paraba de lanzar basura verbal, dejándome claro que me encontraba atrapado en una maldita secta, sin ninguna posibilidad de escape. Insistía en que ellos eran los dueños y manipuladores de mi destino, y bla bla bla.Ese mismo día, fui obligado a subir las escaleras mientras me arrastraban por el cabello. Al llegar al otro lado de la puerta blanca, me encontré cara a cara con mis peores pesadillas. No tenía ninguna posibilidad de resistir, ya que había perdido la fuerza que alguna vez había mostrado en el cuadrilátero, sin manos y ahora sin pies. Frente a mí se encontraban doce adultos despiadados, monstruos que sabía que no tenía ninguna oportunidad contra ellos. — Si crees que este lugar es un infierno, déjame decirte que aún puede empeorar mucho más. Puedo hacerte sufrir mucho más —advirtió el hombre de los ojos con siniestra satisfacción.Y no estaba mintiendo. Cuando me arrojaron boca abajo sobre la mesa, el dolor en mi garganta y los golpes violentos en mi rostro y cuerpo dejaron de importarme. Solo deseaba fervientemente que me dejaran en paz, ansiaba con todas mis fuerzas que se alejaran de mí, no quería tocarlos ni que ellos me tocaran. Solo quería regresar a la relativa seguridad de esa celda.
Siendo apenas un niño de siete años, solo anhelaba la muerte en ese momento.— Sabía que estabas en la nación del aire — resonó esa voz, haciendo eco en el pasillo de la cárcel. No le presté atención alguna, mi concentración estaba enfocada en una presencia más importante a través de la ventana, mi corazón se aceleró al ver que su carruaje pasaba justo frente a mi celda. El aroma embriagador de flores blancas impregnaba el aire, emanando del vestido de la única persona a quien amé. Su sonrisa, esa hermosa sonrisa que había extrañado tanto desde que me sentenciaron, se dibujó en su rostro al escuchar a esa persona acercándose, como si le estuviera dando la bienvenida. Ella era tan hermosa incluso en mis recuerdos..—Cuando llegué a este reino para buscarte, fui directamente al palacio real para comunicarte que nuestro clan finalmente había obtenido la venganza que tanto ansiábamos. Pero me llevé una desagradable sorpresa al enterarme de la muerte de la hija de los reyes del reino. — continuó hablando, mientras mis maltrechas fuerzas me permitían intentar incorporarme desde el sucio banco en el que reposaba. — Supongo que ya sabes que tanto ellos como todo su clan, e incluso todo el pueblo, están de luto por tus acciones — prosiguió, con su voz áspera y profunda que sin duda hacía suspirar a muchas chicas y algunos chicos. Nunca imaginé volver a verlo, de hecho, creí que moriría sin tener esa oportunidad. Mis pensamientos se cruzaron con el recuerdo de mi amada, que ahora descansaba en el féretro, siendo trasladada a la tumba por los reyes y príncipes del reino, junto con la guardia real y todo el pueblo. De repente, el sonido de unas llaves hizo eco en el pasillo. Sabía que el tiempo con él era limitado, pero mi mente estaba perdida, el tiempo ya no corría en mi como lo hacía para él, todo iba lento. Mis piernas debilitadas se levantaron con dificultad y extendí mi mano hacia las rejas de la ventana para intentar ponerme de pie.— Porco, ¿qué te trae a mi modesta morada? — pregunté, intentando una vez más ponerme de pie, pero mis brazos ya no respondían. Levanté la cabeza para verlo apenas. Él había crecido y se había convertido en todo un hombre, parecido a Fëanáro pero con cabello claro y más músculo... Realmente estaba en forma, mucho mejor que Fëanáro la última vez que lo vi y yo en esta actualidad. La última vez que vi a Fëanáro, apenas tenía el grosor de mi brazo, incluso la princesa Adhora pesaba más que él y ella tenía el tamaño y peso de un hada, apenas podía moverse sin agitarse, y en cuanto a mí... he tenido mejores días.Sin embargo, a pesar de mi debilidad, mi corazón se llenó de alegría al ver a Porco. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos. Fuimos hermanos inseparables en nuestra juventud, compartiendo aventuras y risas. Pero el tiempo nos había separado, cada uno siguió su propio camino.
— Cuando te dije que iba a matar a Fëanáro, no estaba bromeando. Desde el momento en que abandonaste el reino, me preparé para acabar con él. Tuve que hacer cosas horrendas para soportar el abominable don que ese maldito psicópata tenía y no morir en el intento. — intenté volver a levantarme, aferrandome con todas las fuerzas de mi cuerpo a los barrotes de la ventana, levantándome por fin, me apoyé en la pared y volví a ver por la ventana, ahora con más alcance visual al féretro. Analicé cada una de sus palabras. Realmente no fue capaz de matarlo ¿O si? —TU hermano está muerto, ese maldito hijo de puta no volverá a arrebatarle la vida a nadie más. —
—Me encanta que vengas a visitarme, pero no estoy de humor para tus bromas. —digo mientras me aferraba a los barrotes de la ventana para evitar caer. Necesito verla, aunque sea por última vez.—Lo siento, no estoy bromeando —respondió él con seriedad, deteniéndose a solo dos pasos de mi. — He cumplido con lo que me prometí. Fëanáro ya no es una amenaza para nadie.Mis ojos se abrieron de par en par, incapaces de creer lo que estaba escuchando. ¿Realmente había logrado matarlo? Me aferré aún más fuerte a los barrotes de la ventana, necesitando el apoyo físico para asimilar la noticia.—Pero... ¿cómo? —balbuceé, sin encontrar las palabras adecuadas para expresar mi incredulidad.Él suspiró, desviando la mirada por un momento antes de volver a encontrarse con mis ojos.—TU hermano... fue una tarea complicada. Pero encontré una forma de detenerlo, de asegurarme de que nunca más causaría daño.Mis corazones se hundieron en mi pecho aun mas, temiendo lo peor. Sabía que él era capaz de cualquier cosa para cumplir su cometido, sobre todo cuando estaba enojado, pero también sabía que detrás de su oscuridad, había alguien a quien amaba a Feanaro con todo su ser. —¿Qué has hecho? —pregunté con voz temblorosa, anticipando la respuesta que me aterraba escuchar.El se acercó lentamente, sus ojos reflejaron una mezcla de determinación e ira.—Lo he sellado en un lugar del que no podrá escapar. Un lugar al que ni yo mismo puedo acceder. TU hermano no tiene más poder, no puede seguir arrebatando vidas.Las lágrimas amenazaron con escapar de mis ojos mientras tomaba conciencia de la magnitud de sus palabras. Fëanáro, mi hermano, nuestro hermano, no era el villano despiadado que todos creen. Pero la pregunta era, ¿a qué costo? ¿Había sacrificado él su propia cordura para cumplir con su promesa? Quedé en completo silencio, sin poder comprender la magnitud de lo que estaba escuchando.— No estoy bromeando, Galliard. Lo hice de verdad. Vine a avisarte que hemos limpiado el nombre de nuestro clan, que ya no nos ven como monstruos despiadados. Podemos regresar y llevar una vida normal, formar familias sin el temor de que maten a nuestros hijos. — dijo mi hermano con voz cada vez más elevada.
No podía evitar notar que su tono iba en aumento con cada palabra. — Vine a decirte que finalmente somos libres de los actos abominables de nuestra abuela, de TU hermano y de nuestro clan. Pero me encuentro con este maldito funeral. — ahora estaba gritando y mi cabeza no podía soportarlo. —¡La hija de la familia principal de la nación del aire está muerta! ¡La princesa que tú juraste proteger! De todas las cosas que pensé que podrías hacer, nunca imaginé que agregarías violación y asesinato a la lista de atrocidades que has cometido a lo largo de tu vida. ¿En qué mierda estabas pensando? — expresó con ira y desesperación.
Con dificultad, logré articular una respuesta. — Seguramente en acabar, también agregaron necrofilia a la lista. Y si recuerdo bien, los tres salimos del mismo vientre. Según mis cálculos también es tu hermano. — intenté desesperadamente creer que pareciera solo un mal chiste. Fëanáro no puede estar muerto.
—Te han condenado a muerte. Después del entierro de la princesa, te van a decapitar. — dice mientras se sienta donde yo estaba recostado antes. — Tienes que contarme qué pasó. Quizás te están culpando de algo que no hiciste… — El silencio reina en la celda. Solo se escucha el bullicio del exterior mientras ella pasa. Nunca imaginé que el velorio sería con el ataúd abierto. — Me dejé llevar por los rumores, lo siento. Solo dime qué sucedió. Tal vez pueda resolver esto, actuar como tu defensor, lo que sea. Solo dime qué pasó — todavía puedo escucharla, su dulce voz, aunque suene distante.Mientras observo el cortejo fúnebre que se lleva a cabo en honor a la princesa, mi mente se llena de dolor y confusión.Las lágrimas brotan de mis ojos al recordar cómo traté de salvarla, cómo intenté en vano darle vida nuevamente. No tuve éxito y ahora me encuentro aquí, a punto de pagar por un crimen que… ya no me importa. A esta altura de mi vida, la muerte es lo más benevolente que alguien puede regalarme.La joven, e invisible mujer, a los ojos de mi hermano y de los guardias, yace de pie a mi lado, con sus ojos llenos de compasión, me brinda un rayo de esperanza en esta oscura situación. Porco niega con la cabeza antes de hablar. —La tristeza en tu mirada me dice que no fue tu culpa. —No me había dado cuenta de que él estaba de pie a mi lado, muy cerca de mí, mirando lo mismo que yo, ese maldito feretro. Aún tan silencioso como cuando era niño, incluso ahora su presencia era reconfortante en medio del caos. — ¿Qué sucedió realmente? —Un intenso dolor de cabeza me hizo retorcerme en agonía, me sentía mareado y desorientado. Cuando por fin logré abrir los ojos, todo se calmó. Me di cuenta de que algo había cambiado, mi cuerpo estaba sano y revitalizado, y mi cabello parecía haber crecido en un suspiro hasta alcanzar la longitud de la chica que amo. Era como si una segunda oportunidad se me hubiera concedido. Pero lo que en realidad estaba pasando, era que tenía un desmayo, o una hemorragia en mi cabeza, que me hacía recordar o idealizar un futuro en el que no estuviera encerrado y la princesa no estuviera muerta.
En ese momento, me encontraba en libertad, observando el funeral de Fëanáro. Porco, el antiguo confidente y compañero inseparable de Feanaro, ya no estaba a mi lado, pues él era quien guiaba el ataúd con la solemnidad que merecía. Sin embargo, esto no me preocupaba, pues sabía que él estaba cumpliendo con su deber final. Ahora éramos solo ella y yo, alejados del gentío que lloraba la partida de un gran líder, enfrentándonos juntos al mundo una vez más.
El horizonte se extendía frente a nosotros, prometiendo un futuro lleno de retos y aventuras. Habíamos atravesado tantas adversidades juntos, y ahora estábamos listos para enfrentar cualquier obstáculo que se presentara. La tristeza que había invadido mi ser poco a poco se iba disipando, reemplazada por una determinación férrea y un amor inquebrantable hacia ella.
La chica que amo me miró con ojos llenos de admiración y gratitud, comprendiendo que a pesar de todas las pruebas y tribulaciones, la oscuridad no había logrado apagar la luz en nuestros corazones. Nos abrazamos, sintiendo la fuerza y el calor del otro, sabiendo que juntos superaríamos cualquier desafío que la vida nos presentara.La melancolía del funeral quedó atrás, y ahora emprendíamos un nuevo capítulo en nuestra historia. Unidos, marchamos hacia el futuro, dispuestos a vivir cada momento con intensidad y valentía. La tristeza se transformó en esperanza y la soledad en compañía eterna.
En el horizonte, el sol comenzaba a brillar con una fuerza renovada, iluminando nuestro camino y guiándonos hacia la felicidad que tanto anhelábamos. Atrás quedaban los errores y los remordimientos, mientras que adelante se abría un mundo lleno de posibilidades y sueños por cumplir. Los dos uniendo a los dos clanes, y a dos reinos, siendo los reyes y líderes de nuestros clanes.
Así, con el pasado a nuestras espaldas y el futuro como lienzo en blanco, nos aventuramos, dispuestos a vivir con intensidad y amor en cada paso que damos. Ya no había lugar para lamentaciones ni pesar, solo quedaba avanzar, confiando en que el tiempo y nuestras decisiones nos conducirían hacia un destino maravilloso.Y así, mientras nos alejábamos del bullicio del funeral de Feanaro, nuestras risas resonaban en el aire, recordándonos que la vida era demasiado preciosa para desperdiciarla en el dolor y la tristeza. Juntos, nos adentrábamos en un nuevo comienzo, listos para enfrentar cualquier desafío y escribir nuestra propia historia de amor y superación.Pero incluso en ese maravilloso sueño, la realidad cayó sobre mis hombros como un balde de agua fría. Incluso aquí, en este sueño, no puedo mantenerla con vida.
Podía escuchar a Porco preocupado del otro lado de mi mente, allí en la realidad, pero su voz era muy lejana.Mi mente se deslizaba entre la frontera de la fantasía y la dura realidad. Cada vez que intentaba huir hacia mis sueños, la cruda verdad me atrapaba como un veneno letal. Mis ojos se abrían y mi corazón se clavaba en un doloroso despertar.
En aquella fantasía el día se trastornó en noche y ya no estaba en el funeral, deambulé por un paisaje onírico, buscando desesperadamente refugio en un mundo de ilusiones. Los colores se mezclaban en un baile hipnótico mientras las estrellas brillaban con una intensidad casi irreal. Parecía que todo era posible, pero la frágil existencia de esta realidad alternativa se desvanecía con cada segundo que pasaba.
Dentro de ese sueño, escuchaba a Porco, mi pequeño hermano, luchando por traerme de regreso a esa cruel realidad. Su voz, susurros apenas audibles aqui, llegaban entrecortados a mis oídos. Intenté aferrarme a sus palabras, pero se disolvían en el aire, como el eco de una canción olvidada.
Pero yo no quería regresar, quise gritar, suplicar a los dioses de los sueños que me permitieran quedarme allí, en ese paraíso ficticio, donde las preocupaciones no existían y todo era perfecto. Sin embargo, la realidad era implacable y no había forma de evitar su abrazo gélido.
— El día en que te conocí, sentí cómo latía tu único corazón, tan fuerte y desbocadamente, sentía como si fuera la más dulce y hermosa de las canciones. Fue una experiencia única, el primer corazón humano que escuché en toda mi vida. Me impresionó tanto que ni siquiera sentí las ganas de devorarlo, algo que siempre me había sido irresistible. — Tocando su pecho con el dorso de mi mano, me daba cuenta de lo especial que era. —Tu corazón, lleno de vida y cariño, latía con una fuerza y una pasión que me cautivaban. Me preguntaba qué podía haber en ti que hiciera que mi instinto asesino se desvaneciera, reemplazado por un sentimiento de calma y paz. —
Observándola de cerca, descubrí una mirada llena de bondad y comprensión. —Tus ojos reflejaban un alma sincera y cálida, capaz de ver más allá de las apariencias y conectar de manera profunda con los demás. Fue entonces cuando comprendí que había algo especial en ti, algo que me atraía de manera inexplicable. — A medida que pasaba el tiempo, nuestra conexión se hizo más fuerte. Su forma de ser, llena de pasión y dulzura, me envolvía y me hacía olvidar mi naturaleza oscura. Juntos, vivimos aventuras que nunca antes había experimentado. Descubrimos lugares ocultos, compartimos risas y lágrimas, y nos apoyamos mutuamente en momentos de dificultad.
Poco a poco, fui descubriendo que el amor tenía un significado mucho más profundo y complejo de lo que había imaginado. El amor no era solo un deseo de consumo, sino una conexión única y sagrada entre dos almas. — Tu corazón latía en armonía con los míos, como si fuéramos dos partes de un todo indivisible. Descubrí el poder del amor incondicional, capaz de transformar incluso a la criatura más oscura.— Pero cuando volvimos a encontrarnos ya de adultos, me di cuenta de que algo no iba bien. Tu corazón apenas latía con la misma intensidad, ni siquiera cuando nuestros ojos se encontraban. — Suspiré profundamente mientras trataba de procesar sus palabras.
— Eso es lo difícil de tener un cuerpo humano. — dijo con una dulzura envolvente en su voz. — Somos frágiles y nos enfermamos. — Sentí un escalofrío de placer recorrer mi columna vertebral al escucharla otra vez después de tanto tiempo, entrelazando mis sentimientos y pensamientos en ese momento.
Quise tomar su mano y consolarla, pero algo me lo impedía. Miré en sus ojos y vi su tristeza, revelándose una realidad muy triste. — Lo siento mucho, Galliard. — dijo suavemente, como si las palabras fueran espinas que atraviesan su corazón.
—Mi hermano...él también se alejó de mí. — Cautelosamente, acaricié su mejilla mientras la miraba fijamente. —No tienes que pasar por esto sola. — le dije, tratando de transmitirle mi apoyo en cada palabra. — Estoy aquí para ti, en los buenos y malos momentos. —
Ella sonrió, una sonrisa tímida pero llena de gratitud. Sus ojos brillaban con lágrimas no derramadas, y me di cuenta de que entre nosotros había un vínculo especial que iba más allá de nuestras palabras. Nos conocíamos en lo más profundo de nuestras almas, conectados por experiencias compartidas y heridas curadas.—¿Fëanáro? — me pregunta ella, cambiando de tema, para que deje de preocuparme por su corazón.
—Fëanáro siempre tuvo ese estúpido instinto de salvar a todos y buscar la libertad, pero terminó atrapado en su propia jaula. Él formó el camino para que nadie nos viera como monstruos despiadados y pudiéramos tener una vida tranquila y en paz. Así que decidí vivir por él, convirtiéndome en sus ojos, sus manos y sus oídos. Decidí vivir la vida que él no pudo tener al lado de la persona que amaba. Antes de marcharse de casa, dijo algo que en ese momento no entendí, pero ahora tiene sentido para mí.Ella acaricia mi mejilla y solo ahora me doy cuenta de que las lágrimas han comenzado a caer. — Nunca supe si él tenía algún sueño o qué era lo que más anhelaba. — Nos encontramos en un mundo donde el tiempo parece haberse detenido. Vivimos en una eterna oscuridad, como si estuviéramos encerrados en un cuento de pesadillas. Pero a pesar de eso, seguimos luchando, buscando una salida, buscando la luz.
— Fëanáro solía ser el líder de nuestra pequeña comunidad de amigos, aquel que nos daba esperanza y nos inspiraba a seguir adelante. Pero ahora todo ha cambiado. Fëanáro ha desaparecido y nos hemos quedado sin guía. Soy consciente de que estoy repitiendo su nombre una y otra vez, buscando algún rastro de su presencia, esperando un milagro.—Creo que has cumplido su sueño — dice, acariciando mi mejilla en un intento de consolarme.
—No estoy de humor para tontos clichés románticos — sonrío, mirando cada detalle de su rostro.—Idiota, me refiero a que realmente cumpliste sus sueños. Ahora eres el líder de su clan y los estás llevando a la victoria y a la libertad como siempre soñaron los tres, y sobre todo me tienes a mí —Adhora. Tu voz se desvanece poco a poco. —Él quería que sobrevivieran y fueran fuertes sin él…— Siento cómo alguien toca mi hombro, no es ella porque tengo sus manos aprisionadas en las mías. Estas nuevas manos intentan que vuelva a la realidad, y lo logran.Molesto y enojado porque esas manos me arrancaron de mi querido sueño, esa realidad a la que tanto anhelo, me encuentro furioso al ver el rostro de Porco en lugar del de Adhora. Le respondo de manera más brusca de lo que hubiera desceado:
— Enloquecí. — digo retomando la conversación anterior con Porco, con la voz distorsionada por el repentino desmayo. — Ella me gustaba desde hace años, pero nunca volvía su mirada hacia mí. — Sonrío con fingida malicia al ver cómo su rostro se descompone del horror. — Así que enloquecí. Le arranqué la ropa mientras ella gritaba desesperadamente. — Con gran esfuerzo de mi cuerpo, trepo la pared de ladrillos aferrándome a ella y a los barrotes de la ventana para lograr ponerme en pie nuevamente, él se pone en pie rápidamente, sin dificultad alguna, luego de ver mi esfuerzo. — Y al notar que ella no me deseaba tanto como yo a ella, le atravesé el pecho para que se quedara quieta y dejara de golpearme. — No sé en qué momento avancé hasta la mitad de la celda, haciendo que retroceda.Sin embargo, me doy cuenta de que no puedo culpar a Porco por mi arrebato de ira.
Pero aun asi logré alcanzar lo que buscaba: que se alejara de mí y nunca regresara. No merezco tener a nadie a mi lado, ya que todas las personas que se acercan a mí terminan muriendo.—¡Maldita sea! — Grito ya en el piso, tuve que poner mucho esfuerzo de mi para no retorcerme de dolor. Su golpe fue tan rápido que ni siquiera pude ver venir su puño hacia mí.
—Eres un monstruo, mereces todo lo que te espera. — La paliza de los guardias me dejó debilitado, ahora con este nuevo golpe apenas puedo levantarme de nuevo, mi vista comienza a nublarse de nuevo. No me molesta, quizás pueda volver a ese mundo de sueños a los que tanto añoro. —Tú y Fëanaro son la misma basura. Fëanaro es un maldito psicópata y tú, un violador y asesino de mierda. Estaré en primera fila para verte mañana. — Antes de desaparecer de mi vista, me mira una última vez. No logro entender la expresión en su rostro, pero sé que está jugando con su lengua y su encía despegada detrás de sus dientes. De niño lo hace involuntariamente para liberar estrés y evitar llorar.—¿En qué pensaba? —Digo limpiando la sangre de mi nariz con el dorso de mi muñeca, mi vista volvió a ser clara, el mundo perfecto de los sueños ya no era mi posible para mi ahora. — Ah, sí, ahora lo recuerdo. — Pero a pesar de todo, algo dentro de mí se estremeció por las palabras de mi hermano. El dolor físico que estaba sintiendo no era nada en comparación con el tormento emocional que me atormentaba día tras día, desde que me sentenciaron. Una parte de mí sabía que merecía todo lo que se decía de mí.