A pesar de todas las instencias de Marta, no presté atención, y decidí ir por mí cuenta, ir a los tiendas de ropa, sencilla, para ir a la Universidad. Tuve que aguantar las burlas de mí hija, cuando le enseñé la ropa que me había comprado.
--Jo, mamá. Te empeñas, en ir así. Eres una mojigata, antigua.
--Me vestiré a tú gusto, cuando termine los estudios. Chiquilla.
A mediados de septiembre, empezaron las clases. Y como dije, fui la comidilla, de las compañeras de la universidad. No sólo tendría no sólo hacer las labores de la casa, sino también, las tareas de la Universidad. Qué disloque.
Qué sorpresa me dieron mis hijos, un día. Aunque, yo no le hice a Marta, me concertarom una cita, con un hombre guapo. Por supuesto. Les di, una regañina. Pero por ellos, acepté la cita que me había concertado. A la fuerza. Marta, otra vez, me llevó, a los grandes almacenes de ropa y zapatos. Otra vez, con la tortura. Sin embargo, dónde esta vez primero, fue a la tienda de zapatos. Allí, pudiera ser, que encontraremos, los zapatos ideales, para la cita. Y entramos, en varias. Pero al probarme los zapatos, fue un desastre. O me estaban pequeños o grandes, o no le gustaban, los que eran más clásicos. Marta, se empezó a reír, de mí, delante de la vendedora.
--Mamá. Qué pies tan raros tienes. No podías tener, unos pies normales? Vamos Quiero decir, como todo el mundo-- me decía, mientras reía a carcajadas.
La vendedora, no sabía que hacer. Si reírse, o no.
La velada, fue, en el lugar más hermoso, de la ciudad. Era una mesa, llena de pétalos de rosa, y cosas velas. La verdad, es que, aquello me impresionó. Todo estaba adornado, con rosas blancas, y rosas, rojas. Todo estuvo bien, bailamos, después de la cena, durante toda la noche, y aprovechando, la situación, intentó besarme. Me aparte, y evite que me besase. Sin embargo, al ver que no cedía, a loque quería, intentó, hacerlo, a la fuerza. Le empuje, y le di, una bofetada. Eché a correr, y creyendo que me seguía, casi tropiezo. Llegué a casa, nerviosa, y con la respiración agitada. Qué atrevimiento!! Al entrar en casa, y verme así, se preocupó.
Hubieron muchas
-- Mamá. Qué ha pasado? No te gustó, la velada?
-- Sí, hija. Al principio, todo iba bien. Pero, intentó besarme,,mientras bailabamos.
-- Lo siento mamá. No pensaba, que todo saliera así.
-- No te preocupes. Tú no sabías, que esto pasaría.
-- Sí..Todos los hombres, son iguales.
-- No hija. Todos no. También habrá, hombres respetuosos. Pero no sé, donde.
-- Algún día, llegará el hombre, de tú vida.
-- Algún día, sí.
Y tenía razón. No todos los hombres, eran iguales. Fue mí ex marido. Hasta que lo pillé, en la cama, con Enma. Mi hija,
Un mes después, Marta y Luis, concertaron, otra velada. Me negué, por supuesto. Después de la última cita, no quería saber, nada más de hombres. Sin embargo, cómo había dicho, no todos los hombres, serían iguales. Pero desconfiada, claro.
Llegó el día de la cita, yo estaba nerviosisma. Me preguntaba, una y otra vez, como sería. Si era, como el primero? Si era, guapo? Si era, feo? O pasado? Aburrido? Divertido? Le gustaría, bailar? Lo que yo no me imaginaba, es que Marta y Luis, hubieran alquilado, una limusina blanca. De dónde, habrían sacado, el dinero? Alquilar, una limusina, no efa barato. Lo habría alquilado, el hombre, de la cita? Tal vez. Me quedé sin palabras, al ver aquella limusina. Era de color negro, y con las ventanas, tintadas. La mire, y con un guiño, me dijo "buena suerte".Pero al entrar en la limusina, me encontré, al galán, que me esperaba, dentro. La verdad, es que no estaba tan mal. Pelo corto, castaño. Me pregunté, si no sería un peluquín, para ocultarse, la calvicie. Ojos negros, azabache. Su mirada, de momento, me parecía agradable. Vestía, de esmoquin, y llevaba, pajarita. Pero ahora, vendría, la gran pregunta; como se comportaría, en la que sería, una bonita velada? Se pasaría, de la raya, y volvería, ha salir corriendo? O sería, un caballero respetable? Todo esto, se obsevaria, durante la velada.
Hubieron muchas veladas, pero todas, fueron un fracaso, tras otro. Marta, lo hacia, con toda la buena intención, pero daba el resultado acertado. Llegué a creer, que no encontraría, el amor. O pudiera ser, que sí. Pero no sabía, ni como, ni cuando, ni donde. Marta, ya no sabía que hacer. Pero unos días después, Marta, me compró una entrada, para un concierto. Era un cantante famoso, de cuando yo era joven. Creo que fue, de Joaquín Sabina, o de José Luis Perales. No estaba, muy segura. A pesar, de que me negaba a ir, iba, si,o si y que ella, me iba a acompañar. Qué ilusa, fui! Me mintió. Pero sabía el motivo, de lo que estaba haciendo: conocer, a otros hombres, y relacionarme, con ellos.
-- Se te gustan, los dos. Me lo ha dicho, papá. -- me dijo.
"Papa"-- me negué, rotundamente.
--Ni pensarlo-- le dije--hubiera sido distinto, si se lo hubiera dicho, una amiga, de la Universidad. Pero de mí ex marido, nunca.
--Mamá...
-- Ni mamá, ni nada. -- le dije-- vende la entrada, a otra persona.
Marta, como es normal, se fue muy decepcionada. Sin embargo, entendía el motivo, de mí negativa.
-- El amor vendrá, a su debido tiempo. -- le dije-- pero ahora, no puede ser.
Algún día, vendrá, sí. Pero demomo, eran terminar mis estudios, en la Universidad.