"Padre nuestro, que estás en los cielos.
Santificado sea tu nombre".
Tan solo he de orar para encontrar una posada. ¿En dónde quedó la damisela?
Aquella damisela se había convertido en una peregrina.
De tal peregrinación, mis pies estaban cansados ante tal viaje largo...
Durante el tiempo en el que estuve en un mercado, solicite el servicio de una tarotista.
La estética era espeluznante que te subía los pelos de punta. Al lado había una mesa, acompañada de sillas de aspecto oscuro, como una penumbra.
Era evidente que el aspecto hacia que la atmósfera retorciera hasta el más valiente de los hombres...
Aquella tarotista me solicito sentarme, no era de fiarme en estas cosas, sin embargo, el tarot era muy popular entre alguna de las ciudades que recorrí y de las cuales fui negada.
—Por favor, que sea rápido. Aún tengo una travesía que recorrer —Le dije a la tarotista—
—¡Oh! Pero que espléndido, eres tú, Aubrey Neartti.
¡¿Que?!. Esto no era posible. Una tarotista, totalmente desconocida hasta este momento. ¿Cómo podía tan si quiera saber mi nombre?
...
—¿C-como sabe acerca de mi nombre?..
—Lo se, estás nerviosa, no eres la última persona en hacerlo, de tal palo, tal astilla. Lo que se es que... Soy una famosa adivinadora, experta en el arte de la intuición, y desde el último mes. Un mes lleno de disturbios, sabía de una peregrina en busca de posada. ¿No me equivoco?
—No... No sé a equivocado..
—Muy bien Aubrey... Es sencillo de explicar...