La ley del Dios del Rayo era la tercera ley que Su Ping había comprendido.
Su Ping estaba bastante emocionado; gastar esos ochenta millones de puntos de energía definitivamente valió la pena. No mucha gente en el Estado del Destino podría haberlo hecho.
Justo cuando Su Ping tenía la intención de probar la nueva habilidad en un sitio de cultivo—alguien de repente golpeó la puerta con fuerza.
Su Ping levantó las cejas y extendió sus sentidos.
La tienda bloquearía la exploración de otras personas, pero no la percepción de Su Ping.
Vio a un joven que llevaba una armadura manchada de sangre fuera de la tienda. Estaba herido y estaba golpeando la puerta con ansiedad.
—¿Eh? —Su Ping lo reconoció rápidamente; era uno de los dos jóvenes que habían alquilado al Pequeño Esqueleto anteriormente.
Rápidamente cambió su expresión y buscó al Pequeño Esqueleto, solo para descubrir que el joven no lo tenía.
¡Shua!
Su Ping se levantó rápidamente y corrió a abrir la puerta.
