Todos tenían sus secretos; los genios aún más. Aparte del talento y el entrenamiento duro, la suerte jugaría un papel crítico para ellos. El Anciano Yan no planeaba indagar en esos secretos; había visto demasiados genios con habilidades asombrosas y secretos propios, mientras que Su Ping estaba entre los más distinguidos de ellos.
—Qué lástima, qué lástima... —Bernie movió rápidamente la cabeza. Él también había realizado que Su Ping probablemente tenía un gran maestro. ¡Era imposible que hubiese alcanzado tal nivel siendo autodidacta!
De todas maneras, el talento de Su Ping en el entrenamiento de mascotas era innegable. ¡Si eligiera tomar la ruta profesional, podría crecer y convertirse en un entrenador de nivel divino algún día!
Incluso los Señores Celestiales tenían que ser corteses cuando se encontraban con entrenadores de nivel divino en la Federación. Los Celestiales también les mostraban respeto; eran bienvenidos en todos lados.