—¿Es aquí la oficina de registro? —preguntó Su Ping.
Su Ping fue al lugar para registrarse.
No vio más que gente y no oyó más que ruidos.
Al menos cien mil personas se habían congregado en la vasta plaza; muchos llevaban a sus mascotas, que habían sido temporalmente miniaturizadas.
Algunas de las mascotas estaban posadas en los hombros de sus maestros como pequeños elfos.
—Jefe... ¿Eres tú? —preguntó alguien, igualmente sorprendido y suspicaz, mientras Su Ping observaba la multitud. Se volvió, solo para descubrir que era su cliente Filius.
—¿Eh?
Su Ping elevó las cejas.
Recordaba al chico como uno de los primeros clientes de su tienda.
Lo que sorprendió a Su Ping fue que había hecho leves cambios en su apariencia antes de salir de la tienda, todo para hacerse menos atractivo. Sin embargo, ¿el chico me reconoció tan fácilmente?
