—¿Pequeño Blanco? —Mia estaba bastante sospechosa.
El tigre se volvió al oír la voz familiar; miró a Mia y la agresividad en sus ojos se derretía gradualmente. Rugió y luego saltó hacia ella, restregándose fuertemente contra sus pies.
¡Qué par de piernas tan familiares!
El tigre casi estalló en lágrimas de alegría; finalmente recordó quién era realmente su maestro.
En cuanto al chico que estaba a su lado... Le echó un vistazo y luego desvió rápidamente la mirada.
¡Él es un diablo!
—Realmente eres Pequeño Blanco... —Mia estaba como en trance mientras sentía el familiar contacto. El tigre volvió a ser suave y lindo, no tan agresivo como había estado un momento antes.
¿Era una ilusión?
Sacó su equipo y escaneó la mascota de batalla a sus pies.
Luego, sus ojos se desorbitaron con incredulidad.