—Mi señora... usted debe ser la actual cabeza de la familia Tang.
El anciano que llevaba aretes de esmeralda avanzó desde la multitud atónita. No parecía tan compuesto como cuando el grupo llegó.
¡Jamás esperó ver a esa chica malvada de la familia Tang allí!
Además…
¿Por qué actuaba como una chica que recibe a los invitados?
Vaya, me conoce... Tang Ruyan elevó sus cejas. Estaba regodeándose otra vez. Parecía que sus hazañas heroicas cuando ayudó a los Tang impresionaron a muchas personas. Seguramente se había ganado fama en todo el Distrito del Subcontinente.
Se aclaró la garganta y respondió:
—Aquí no tenemos jefe de la familia Tang, solo una chica trabajadora. Son bienvenidos a entrar y echar un vistazo si están aquí para comprar algo, pero por favor no se reúnan así si no es así.
Una chica trabajadora… los espectadores se quedaron sin palabras.
